Apuntes sobre desacuerdos, encuentros, y la importancia en reconocer y aceptar lo diferente
Síntomas y diagnósticos de un cambio (XII)
Dentro de unas horas, menos de cuarenta y ocho, cuando este editorial atraviese el éter digital, se encontrará en el navarro valle de Ultzama un grupo de unas treinta personas comprometidas con la arquitectura española para plantear, debatir y poder precisar la medida de las distancias que separan sus concepciones sobre la naturaleza, la arquitectura y el pensamiento. Cuestiones que son de base y que interesan especialmente en su redefinición cuando se sospecha el estancamiento de lo heredado y aprendido y, en consecuencia, lo necesario de atender y registrar miradas desprejuiciadas y en sincronía con su tiempo. Se trata del Campus Ultzama, de la Fundación Arquitectura y Sociedad, primero de una serie de encuentros que en su irse sumando podrán dar cuenta de motivaciones y determinaciones profundas: principios, procesos y situaciones, en las voces de personas pertenecientes a la generación "próxima" de arquitectos españoles, en este primer encuentro de manera significativa procedentes del área central española, contrapuestas a las de otros arquitectos españoles de larga y muy reconocida experiencia, periodistas y críticos de arquitectura y, también, expertos sociales. Un encuentro a puerta cerrada con el objetivo de identificar algunas de las líneas ocultas que conectan o separan modos de pensar y hacer con independencia de cuestiones de edad, paisanaje o generaciones y, simultáneamente, con el objetivo también de resolver eficazmente un trabajo intenso que posteriormente pueda ser compartido a través de los múltiples formatos que ofrecen la red y los registros multimedia.
Quizás, a ojos perspicaces y a la vista de la nómina de participantes, lo notable del encuentro pudiera consistir en la verificación sobre el ancestral y platónico desacuerdo español, la realidad o leyenda de dos españas tan lejanas entre sí como la que antepone el proyecto a la construcción, lo abstracto a lo material, de un lado, frente a aquella otra que apuesta por la escala natural, los modos y maneras de hacer como base tanto ideológica como técnica, de otro lado. Un desacuerdo que desconoce en la actualidad representantes genuinos o puros pero que durante lustros ha servido para mutuamente desautorizar trayectorias y trabajos desde uno u otro lado de la barrera. Exhibicionismo de lenguaje y, su contrario, carencia de discurso usados como piedras de mutua descalificación. Sin embargo, el encuentro propicia una circunstancia profunda y de orden colectivo mucho más intensa: la exploración de formatos de convivencia intelectual y profesional en los que el objetivo íntimo no es la obtención del acuerdo, el consenso, sino todo lo contrario, la tranquila y educada pero trabajada y argumentada consagración de las diferencias.