Apuntes sobre sombras y luces valencianas, el desánimo desconcertado, el entusiasmo sereno, los tres decanos y de lo que no se habló pero flotaba…
Síntomas y diagnósticos de un cambio (XV)
Notorio en los tres días del Congreso (¿simposio?) de Valencia(*) fue el constante cruce de miradas entre una cantidad notable de personas -arquitectos- pertenecientes a las diversas juntas de gobiernos colegiales de demarcaciones, delegaciones y colegios españoles, en su mayoría desconocidas entre ellas y por lo tanto en grupos "reconocibles por aislados". En su soledad intentaban las abnegadas, sacrificadas, juntas encontrar en otras miradas huérfanas signos de algún tipo de entusiasmo o, cuando menos, de algo de serenidad, frente al desasosiego, desánimo y desconcierto que cualquier indagación sobre las situaciones locales colegiales podía transmitir. Mezclados estaban, entrando y saliendo al ritmo de sus propias intervenciones y del relativo interés por las ajenas, los ponentes de comunicaciones e invitados y, por fin, grupos de arquitectos "próximos", los que empiezan, notoriamente ávidos de una brisa que terminó por concentrarles en el espacio de reflexión de "contextos y alternativas". Entremedio, cámaras de vídeo intentando capturar opiniones para diferentes canales e industriales entusiastas ofreciendo su tecnología y marcas a unos profesionales que a ambos les costaba encontrar porque ¡no estaban! Y es que, de manera estruendosamente silenciosa, destellaban tres grandes ausencias: las gentes vinculadas a las escuelas, a lo académico; los estudios y arquitectos que han sido de referencia en los últimos treinta años, incluido entre ellos el extenso funcionariado público; y, especialmente, las valoraciones y miradas externas a granel de los no arquitectos, el resto de la sociedad.
Hablamos del perfil de asistentes y ausentes, de atmósfera, de elecciones, entonces, que es de lo que no se hablaba pero flotaba. Sigamos.