(Ariadna en Zaragoza…) Reflexión de Ignacio Grávalos sobre paralelos entre la ópera «Ariadna en Naxos» de Strauss -con libreto de Von Hofmannsthal- y los juzgados de Alejandro de la Sota en Zaragoza
10 de diciembre de 2012

Acto 1. Ariadna en Naxos
Ariadna en Naxos es una ópera compuesta por R. Strauss en 1912 con libreto de Hugo von Hofmannsthal. El argumento trata de una compañía de ópera que es contratada por un personaje inmensamente rico para que representen una  obra en su palacio (una ópera seria con diva y compositor orgulloso incluido). Poco antes de empezar se le comunica a la compañía que en el descanso de su obra tendrá lugar una ópera cómica para entretener al público. El compositor empieza a incomodarse por esta mezcla inapropiada. No tardan en comunicarle que la obra se representará mientras cenan el promotor y sus invitados. En este momento va creciendo la indignación del compositor viendo que su obra está perdiendo la pureza inicial, en contraste con el grupo de cómicos y sus rebeldes personajes que lo toman con cierta naturalidad. Pero lo peor está por llegar. El mayordomo le comunica al compositor que lo que realmente quiere el señor es una única obra, que funda los elementos y las historias de la ópera seria con los de la cómica. Y es así como deberá representarse. 
 
En este punto, se inician interesantes reflexiones tanto del compositor como del maestro de música acerca de la pureza, lo híbrido, la dignidad, la seriedad y el humor (está todo aquí)…Se trata de una ópera dentro de la ópera, y observamos cómo Strauss le pone música a ese aparente caos. Hofmannsthal recoge en este texto una nueva sensibilidad hacia la explicación de un mundo fractal, en el que “todo se ha roto en múltiples pedazos”,… manifestando la necesidad de dejar una salida a lo irracional, proponiendo “la ceremonia del todo”, una forma ritual de política de la que nadie pueda sentirse excluido.(1)
 
Acto 2. Los juzgados de Zaragoza de Alejandro de la Sota
En 1993 de la Sota realiza el proyecto de ampliación de los Juzgados de Zaragoza. El edificio original, de 1959, de los hermanos Borobio, recoge las nuevas alineaciones de la plaza. Tiene carácter monumental, austero, racionalista, con volúmenes puros y con ciertas referencias regionalistas.
 
La ampliación de Alejandro de la Sota, tiene que ocupar el espacio existente entre este edificio original volcado a la plaza y una trama urbana del casco histórico recayente a la parte posterior, atravesado por una calle que acabaría suprimiendo. Los juzgados existentes ejercerán de fachada principal. Ante esta situación (ópera seria), de la Sota introduce un edificio inesperado (actores rebeldes) con una ordenación no prevista (supresión de la calle intermedia) que propone unos sistemas constructivos novedosos de una levedad llevada a su máxima expresión, a la vez que mantiene una composición formal y un tono que le permite convivir con su entorno.
 
Es aquí cuando aparece el fantasma del compositor. “¿Es posible esta obra en este entorno?”, susurra mientras duda. “¿Cómo va a convivir conmigo un programa que a mi me excede, unos materiales que me son ajenos y una construcción innovadora? ¿Serán capaces de empatizar estas dos arquitecturas?"
 
Y entonces aparece la intuición de de la Sota (otra vez un personaje rebelde). Fragmenta los volúmenes (y el programa), y el edificio de esta manera adquiere la escala que le permite dialogar con el tejido existente, pero rehuyendo de soluciones formalistas. Refiriéndose a este proyecto, el propio de la Sota afirma: “La forma por la forma me parece casi deshonesta…Tenemos que cuidar ante todo la inteligencia, que todo funcione bien.” (1) 
En el interior plantea un espacio libre que va formando diversos patios que articulan el programa. Son estas mismas piezas fragmentadas las que van configurando el espacio público posterior, dando guiños a su entorno y haciendo palidecer su piel para mostrar discreción en su conversación con el lugar.
 
Acto 3. Finale
En Ariadna el conflicto del libreto se resuelve con la música. Una música tersa que en momentos enloquece enérgicamente, pero que sobrevuela a cierta distancia de ambas situaciones con el  suficiente espacio como para equilibrar las distorsiones de dos historias antitéticas. Para ello, Strauss decide reducir al máximo la orquesta (37 músicos frente a los 110 de su ópera anterior). Pero a pesar de esa reducción, o quizás gracias a ella, consigue una densidad orquestal insólita.
 
En los juzgados el conflicto se resuelve con una estrategia similar. Una arquitectura capaz de resolver las tensiones entre dos ámbitos muy diversos, desde la inteligencia y con la necesaria prudencia para saber recomponer la forma urbana. El centro de gravedad de la actuación recae en esta segunda arquitectura, que surge repentinamente y cuya presencia no estaba prevista, pero que es la que finalmente da equilibrio al conjunto. Paradójicamente, esto también lo consigue reduciendo al máximo el peso de la arquitectura, en lo que de la Sota denomina “el ansia de liberación de la materia” (3), conformando el edificio con pocos elementos, mínimos, con una levedad con la que, al igual  que Strauss, construye un universo complejo, abriendo espacios a lo largo de las piezas y dejando a su vez, que la luz resbale suavemente por su tersa piel.
 
 
Notas.
“Historia intelectual del siglo XX”. Peter Watson. Ed. Crítica. Barcelona 2002. Véase el capítulo 2, “Una casa en mitad del camino”.
“El espíritu de un verdadero moderno”. Entrevista con Pilar Rubio en Lápiz,42. 1987.
“Sentimiento sobre cerramientos ligeros” charla ofr
ecida en el Instituto Torroja de Madrid en1963. Recogida en “Alejandro de la Sota. Escritos, conversaciones, conferencias”.Gustavo Gili. Barcelona 2002.
 

 

Autoría de la imagen: Ignacio Grávalos
Ciudad: Zaragoza
Agentes: Ignacio Grávalos
Agentes: Alejandro de la Sota
Agentes: Richard Strauss
Agentes: Hugo von Hofmannsthal