Sobre lobos y corderos, sobre una clase que no es tal, la de los arquitectos, ni tampoco aristocracia; sobre una (re)habilitación profesional en marcha…
5 de diciembre de 2012

Acceso al boletín #065 

El ejercicio profesional, como arquitecto, con independencia de la orientación (edificación, urbanismo, restauración, tasación y negocio inmobiliario, básicamente) que pudieran dársele a las atribuciones profesionales y a los conocimientos obtenidos mediante la carrera de arquitectura (antes de Bolonia carrera de "arquitecto superior", que era lo que decía el título y que será lo que suponemos conceda el rango de Master a sus titulares) requería a las personas que se iniciaban, en el tiempo de la transición española, a estar obligatoriamente subscritas en el Colegio Oficial de Arquitectos del lugar donde se ubicase su estudio profesional, suscritas a la Hermandad Nacional de Arquitectos (alternativa corporativa exclusiva a los sistemas estatales de pensiones y salud, similar a MUFACE, aunque de menor potencia en pensiones y sin subsidio de "paro") y -tan pronto se visaba el primer proyecto- suscritas a Asemas (el sistema de seguros profesionales para arquitectos que resolvía las denuncias en el año noveno por la responsabilidad decenal). "Subscripciones" que sumadas al coste del mantenimiento del local de una oficina marcaban el mínimo necesario para el ejercicio profesional. Un arquitecto podía asumir, completamente solo, TODOS los trabajos… sigue eboletín #065 

 

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