Curso de imágenes contemporáneas V

Imágenes contemporáneas es un curso de carácter divulgativo, que pretende acercar las prácticas artísticas contemporáneas a un público no especializado. El objetivo es transmitir al público, a través de diferentes expertos, una mirada multidisciplinar del arte contemporáneo, así como también evidenciar las influencias de los diferentes movimientos artísticos del siglo XX en las manifestaciones artísticas

actuales.

 

En los últimos cincuenta años, los conceptos culturalmente aceptados de teatro y danza han sido sometidos a múltiples cuestionamientos y definiciones. La irrupción de las prácticas performativas conceptuales y relacionales ha contribuido a crear zonas de hibridación entre prácticas conceptualmente diversas desde el punto de vista de la manipulación del tiempo y del espacio de recepción. Tiempo, juego, realidad, oralidad y acuerdo serán algunos de los conceptos que servirán para abordar las propuestas de artistas de difícil categorización en el contexto cultural actual.

 

Desde los años setenta, la conversión del yo en proyecto artístico y el juego creativo con la propia imagen ha sido una de las estrategias más utilizadas por el arte contemporáneo para cuestionar o difuminar las identidades de sexo/género establecidas. La historiografía presenta a menudo a Marcel Duchamp como el creador de este tipo de prácticas performativas, estableciendo una línea de evolución

que iría desde la obra del dadaísta francés hasta la fotografía de los años noventa, pasando por figuras como Pierre Moliner o Andy Warhol. Esta conferencia quiere reivindicar otra genealogía, destacando la importancia que tuvieron la mascarada y la autorepresentación en la obra de muchas mujeres artistas de vanguardia (Maruja Mallo, Frida Kahlo, Elsa von Freytag-Loringhoven) y su repercusión en el arte

feminista contemporáneo.

 

Muchas prácticas fotográficas contemporáneas enfatizan el trompe-l’oeil (‘artificio’) como dispositivo revelador de lo ilusorio y el mockcumentary (‘mofumental’ o ‘falso documental’), como crítica, parodia y deconstrucción del género documental. Se trataría en definitiva de explorar los conflictos de la representación visual, sobre todo partiendo del impacto de las imágenes digitales en la conciencia contemporánea, proponiendo una estrategia amparada en la ironía y la sospecha: las imágenes son impelidas a conspirar para salvar la fractura entre “el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad”.

 

Tomando como punto de partida la coincidencia entre los orígenes del rock –por los alrededores del 1956– y los nuevos comportamientos artísticos que van del pop art a la performance, esta ponencia intentará trazar una genealogía de las relaciones entre las artes visuales y el rock and roll desde la década de los cincuenta hasta el presente, poniendo especial énfasis en aquellos momentos en los cuales ambas

disciplinas se movieron en el territorio de la utopía y la incorrección política y jugaron un papel significativo a nivel político y sociocultural. Los dos puntos de referencia a la hora de articular la conferencia son el famoso videoensayo (1982-1984) de Dan Graham con el que damos título a la ponencia y el libro del escritor norteamericano Greil Marcus: Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX

(1989).

 

John Cage explicaba que la música contemporánea es todo aquello que se escucha en el momento en el que estamos. Esta definición supone una continuidad entre el arte y la vida y, a la vez, una continuidad entre las artes. Partiendo de un tiempo vacío –lleno de medidas flexibles–, John Cage y Merce Cunningham nos muestran que música y danza se pueden encontrar manteniéndose a la vez libres. Introduciendo la flexibilidad en las palabras, los textos de James Joyce o de Henri David Thoreau acontecen música en la voz de John Cage. Esta fluidez supone la permeabilidad de las artes y la vida, la posibilidad de pasar a través. Pasando a través de la pintura de Robert Rauschenberg surge 4’33’’ , y pasando a través del pensamiento de Buckminster Fuller o Marshall McLuhan cogen fuerza las propuestas de una tecnología liberadora y de otra organización del mundo.

 

De manera parecida a como ha pasado en los medios de comunicación o en el cine, el arte se ha llenado de imágenes violentas. El objetivo de los artistas, aun así, no es habitualmente el de mostrar los horrores que de hecho ocurren lejos o cerca de nuestra casa, ni el de satisfacer nuestras pulsiones más bajas, sino más bien el de criticar, denunciar e inducir a la reflexión sobre las causas, las formas y las posibilidades de erradicar la violencia contemporánea. Aun así, el sistema institucional y la sociedad de
l espectáculo en la que se mueven inevitablemente los artistas, las obras y el público hacen que habitualmente las obras de arte de esta clase queden neutralizadas, repotenciadas y estatizadas. La pregunta es si hay alguna manera de huir de este destino.