Hace un par de semanas razonábamos aquí sobre tres prejuicios a superar, alrededor del papel de los colegios profesionales y los perfiles profesionales, a cuenta de los recientes movimientos del gobierno español con el anteproyecto de la ley omnibus. Son asuntos a saber y reivindicar, en puertas de la manifestación de pasado mañana 29 en Madrid y a la espera de reacciones a la carta enviada por Ludevid al presidente Zapatero.
Podemos hablar de un cuarto prejuicio, intensísimo, de contexto, que consiste en pensar que únicamente los colegios profesionales y las escuelas de arquitectura son quienes están vinculados al devenir del intercambio cultural, social, profesional y político de los arquitectos y la arquitectura españoles. Pudo ser infundio bien fundado por cuanto antaño la exhibición, muestra y debate de arquitecturas y planeamiento tenía lugar fundamentalmente en las sedes colegiales y, eventualmente, en escuelas de arquitectura. Era cosa de arquitectos.
Sin embargo desde hace ya un tiempo una nebulosa de entidades culturales públicas y privadas han vuelto la mirada a la capacidad de organización y programación de personas formadas como arquitectos que aquí y allá han ‘sacado’ a la arquitectura de sus cuarteles de invierno devolviéndola a la ciudad. Por otra parte, y recíprocamente, es creciente el número de pensadores que, ahora desde la sociología, la ecología o la biología y desde hace algo más de tiempo desde el diseño de comunicación, industrial y gráfico, están planteando y discutiendo públicamente las bases de una sensibilidad necesaria y urgente que afecta de lleno a la arquitectura y a las ciudades que imaginamos para nuestros herederos. De esa manera la arquitectura es, debe ser, cosa de ciudadanos.
Es oportuno el rescate de este cuarto prejuicio ya que es en estos días cuando se plantea en Barcelona la renovación de la junta del FAD. Estamos de elecciones.
¿Que es el FAD? Cuando menos, por excelencia y tradición, es LA ENTIDAD independiente que sistemática y espontáneamente ha conjugado los factores que neutralizan el prejuicio aludido de contexto sacando la arquitectura del frigorífico endogámico. Y mira por donde las dos candidaturas presentadas a las elecciones para la renovación de su junta pudieran ofrecer el rostro de los dos polos que permiten el diferencial de potencial, la electricidad, de una entidad como el FAD.
Aunque ¿son realmente opuestas, polares, las candidaturas que ofrecen Miquel Espinet por un lado y José María Torres Nadal por otro?
27 de mayo de 2009