Síntomas y diagnósticos de un cambio (IX)
26 de mayo de 2009

Hace un par de semanas razonábamos aquí sobre tres prejuicios a superar, alrededor del papel de los colegios profesionales y los perfiles profesionales, a cuenta de los recientes movimientos del gobierno español con el anteproyecto de la ley omnibus. Son asuntos a saber y reivindicar, en puertas de la manifestación de pasado mañana 29 en Madrid y a la espera de reacciones a la carta enviada por Ludevid al presidente Zapatero.
Podemos hablar de un cuarto prejuicio, intensísimo, de contexto, que consiste en pensar que únicamente los colegios profesionales y las escuelas de arquitectura son quienes están vinculados al devenir del intercambio cultural, social, profesional y político de los arquitectos y la arquitectura españoles. Pudo ser infundio bien fundado por cuanto antaño la exhibición, muestra y debate de arquitecturas y planeamiento tenía lugar fundamentalmente en las sedes colegiales y, eventualmente, en escuelas de arquitectura. Era cosa de arquitectos.
Sin embargo desde hace ya un tiempo una nebulosa de entidades culturales públicas y privadas han vuelto la mirada a la capacidad de organización y programación de personas formadas como arquitectos que aquí y allá han ‘sacado’ a la arquitectura de sus cuarteles de invierno devolviéndola a la ciudad. Por otra parte, y recíprocamente, es creciente el número de pensadores que, ahora desde la sociología, la ecología o la biología y desde hace algo más de tiempo desde el diseño de comunicación, industrial y gráfico, están planteando y discutiendo públicamente las bases de una sensibilidad necesaria y urgente que afecta de lleno a la arquitectura y a las ciudades que imaginamos para nuestros herederos. De esa manera la arquitectura es, debe ser, cosa de ciudadanos.
Es oportuno el rescate de este cuarto prejuicio ya que es en estos días cuando se plantea en Barcelona la renovación de la junta del FAD. Estamos de elecciones.
¿Qué es el FAD? Cuando menos, por excelencia y tradición, es LA ENTIDAD independiente que sistemática y espontáneamente ha conjugado los factores que neutralizan el prejuicio aludido de contexto sacando la arquitectura del frigorífico endogámico. Y mira por donde las dos candidaturas presentadas a las elecciones para la renovación de su junta pudieran ofrecer el rostro de los dos polos que permiten el diferencial de potencial, la electricidad, de una entidad como el FAD.
Aunque ¿son realmente opuestas, polares, las candidaturas que ofrecen Miquel Espinet por un lado y José María Torres Nadal por otro?

En apariencia no, ya que ambas propuestas se configuran en base a equipos humanos con notables presencias de personas procedentes de ciencias y maneras de pensar o actuar diferenciadas, perfectamente en la tónica esperable para una junta del FAD. Pero razonemos algo más sobre lo que es y ha sido el FAD a fin de poder disponer de elementos de juicio que nos permitan diferenciar lo aparentemente idéntico. FAD quería decir originalmente, en 1903, «Foment de les Arts Decoratives» y recientemente se transmutó en «Foment de les Arts i el Disseny», siendo siempre «una asociación privada, independiente y sin ánimo de lucro con el objetivo de promover el diseño y la arquitectura dentro de la vida económica y cultural del país. Estructuralmente el FAD se constituye en la federación de seis asociaciones, «A-FAD», de arte y artesanía, «ADG-FAD» de diseño gráfico y comunicación visual, «ADI-FAD» de diseño industrial, «ARQUIN-FAD» de arquitectura e interiorismo, «MODA-FAD» de imagen y moda y «X-FAD», colectivo interdisciplinar de jóvenes. La labor continuada, centenaria, de promoción de la cultura creativa a través de exposiciones, charlas profesionales, premios y acontecimientos ha convertido, justamente, al FAD en un centro de referencia del diseño y la arquitectura en Barcelona, Cataluña y España». Así se describe el FAD oficialmente en la wikipedia, con el añadido de las líneas básicas de su programa permanente, que son: «Difundir entre la sociedad cuáles son las funciones del diseño, fomenta entre los diseñadores la necesidad de realizar diseños bajo los criterios de responsabilidad social, sostenibilidad y profesionalidad, incentivar la incorporación del diseño como innovación en el mundo empresarial e industrial, ayudar a los jóvenes creadores a incorporarse al mundo profesional, potenciar el encuentro entre los creadores consagrados y los autores noveles, fomentar la crítica y el debate interdisciplinar y transversal entre los diferentes ámbitos del diseño, actuar como interlocutores con las administraciones públicas en representación del sector de la arquitectura y el diseño, generar debate y opinión alrededor de temas de actualidad ciudadana, acercando las disciplinas de la arquitectura y el diseño a las ciencias sociales.»

Sabido el planteamiento de base, conocidos los objetivos que en sus propios estatutos se plantea el FAD, se evidencia que las Juntas del FAD no pueden ser sino directamente interdisciplinares y transversales en su composición humana y que en su actuación el simple mantenimiento del ideario oficial es labor prioritaria y suficiente, con lo que de nuevo será la diferenciación sobre lo conveniente y necesario lo que nos podrá permitir distinguir entre dos ofertas que en realidad están interpretando de manera polarizada no tanto su relación interna como juntas sino el modo de relación con las asociaciones del FAD, su vínculo con ellas. Lo cuentan en podcast extraordinarios que hemos grabado desde Scalae, tanto Miquel como José María.

A nuestro entender en el caso de Torres Nadal se ofrece el esfuerzo por un nuevo y conveniente ideario que, por encima de planteamientos estructurales o de acciones concretas, permita dar sentido a las acciones que posteriormente se programen desde la propia Junta o delegadas en las asociaciones del FAD. Un ideario alrededor de la palabra sostenibilidad y una junta de expertos y personas involucradas públicamente con dicha palabra. En el caso de Espinet entendemos que el esfuerzo se orienta hacia la estructura misma del FAD planteando como prerrequisito necesario el acuerdo entre las asociaciones del FAD, antes que la identificación de acciones o elementos de ideario nuevos, más allá de los estatutarios, que se consideran de partida suficientes. En consecuencia, la junta de Espinet se conforma como una especie de senado de las asociaciones del FAD, en las personas de destacados representantes de cada una de ellas y, a su vez, comprometidas con los idearios particulares de cada una de las asociaciones.
Es ese detalle, el papel asignado a las asociaciones del FAD como receptoras o como emisoras, el que en esta ocasión separa lo conveniente y lo necesario, el ideario y la estructura, lo que sitúa en polos opuestos sendas ofertas. Una posible junta reivindica lo conveniente de un nuevo ideario, otra posible junta reivindica la esencia del propio FAD, lo necesario.
Son polares, definitivamente.

Así que resulta una buena noticia la existencia de ambas candidaturas y será importante el posible debate entre ambas ya que su diferencia es representativa del debate de fondo que se plantea para con el futuro de las organizaciones profesionales y en la medida en que es la distancia, el diferencial, entre los polos de la ideología y de la composición orgánica lo que, como comentábamos antes, concreta la electricidad, la energía, de un cuerpo social como el FAD, singular y ejemplar como nunca.
La otra buena noticia es que ambas candidaturas contienen ambos elementos, ideológicos y de organización, aunque ordenados de manera diferente.
El gran secreto de los arquitectos y ciudadanos de Barcelona es el FAD, sí.

Visto lo visto suponemos que habremos de seguir en la identificación de prejuicios, la lista es impresionante -tal y como Santiago Carroquino ya pudo recopilar hace aproximadamente un año en una convocatoria zaragozana- para seguir, ¿adivinan?… claro, con las patologías. De momento vamos a ver cómo queda la CIbeles, y Canaletas también -tan cerquita del FAD-, después de esta tan, tremenda, semana que se nos viene.

Agentes: Félix Arranz
Agentes: Miquel Espinet
Agentes: José María Torres Nadal
Agentes: Jordi Ludevid