El impacto de la Torre Cajasol, de César Pelli, sobre la ciudad de Sevilla amenaza su clasificación como Patrimonio Mundial de la Unesco

 Sigue el debate: la Unesco ha pedido al Gobierno Español que informe sobre la torre Cajasol que César Pelli está construyendo en el extremo sur del recinto de la Cartuja 93, extramuros del casco histórico sevillano.

Sevilla, singularmente por su conjunto histórico artístico formado por el Real Alcázar, el Archivo de Indias y la Catedral con la Giralda, está catalogada como Patrimonio de la Humanidad. La ley de Patrimonio española impide la construcción de elementos singulares a cincuenta metros de los monumentos a proteger. En el caso de la torre Cajasol, ésta se halla a ochenta metros del barrio de Triana, a quinientos del casco histórico y a kilómetro y medio de la Giralda. Ésta, con sus 97,5 metros, coronaba la ciudad, y la nueva torre tendrá 178. 

Se corre el peligro que, tras la reunión de Brasilia, la ciudad entre en la lista de Patrimonio Mundial en Peligro de la Unesco. Ello podría comportar la pérdida de la clasificación en un plazo de unos cinco años, como ya sucedió en su día con Dresde, donde se juzgó que la construcción de un puente rompía la armonía del lugar. Curiosamente, en el caso sevillano, nadie protestó por los 162 metros de altura del pilar del Puente del Alamillo, también más alto que la Giralda y aceptado con normalidad por los ciudadanos. 

Incluso la ONG Conjunto Internacional del Patrimonio y Sitios está dividida. Su rama nacional se opone a la construcción de la torre, mientras que el urbanista Georges Zouvain, miembro de su consejo internacional, está a favor de ella, alegando que lo que se discute con el edificio es el modelo futuro para la ciudad. 

Pelli construyó la torre después de ganar un concurso internacional donde concurrieron otros cuatro equipos: Arquitectonica, FOA, Arata Isozaki y Valode & Pistre. Los tres primeros, junto con Pelli, propusieron edificios en altura de hasta 250 metros. Valode & Pistre, ya en el momento del concurso, propusieron cuatro torres más chaparras, de algo más de 100 metros de altura, conscientes ya del debate que habría sobre el impacto de un edificio tan alto en ese emplazamiento. Los promotores rechazaron su idea. 

Las obras siguen avanzando, y el debate sobre el lugar sigue abierto entre el conservacionismo de los que apuestan por un crecimiento más horizontal y la compacidad de la torre, con toda la simbología que ésta conlleva y lo que significa su construcción con esos promotores y en ese emplazamiento.