La cima de un monte desde el que ya se divisan las torres de la catedral de Santiago de Compostela, es el enclave para el proyecto del arquitecto estadounidense Peter Eisenman, en Galicia. Un proyecto topográfico, que se adaptaba a la colina y que recuerda a una concha de vieira. Pretende ser un espacio multifuncional, multidisciplinar y aglutinador, propicio para la interacción cultural, y que acoja servicios y actividades destinados a la preservación del patrimonio y la memoria; al estudio, la investigación, la experimentación, la producción y la difusión en los ámbitos de las letras y el pensamiento, la música, el teatro, la danza, el cine, las artes visuales, la creación audiovisual y la comunicación.
El complejo recibirá mañana su inauguración oficial, y con ella se abre un extenso programa de actividades culturales, entre las que se incluyen exposiciones, seminarios internacionales e intervenciones artísticas. Son los dos primeros edificios del complejo que se abren al público después de doce años. Un largo camino empezaba en 1999, cuando la Xunta de Galicia convocaba un concurso internacional para decidir el nombre del arquitecto que se haría cargo de la obra.
Doce equipos profesionales (entre ellos Ricardo Bofill, Manuel Gallego Jorreto, César Portela, Juan Navarro Baldeweg, Peter Eisenman, Daniel Libeskind o Jean Nouvel) se presentaron al concurso que tenía como idea de partida, un complejo museístico que abarcaría más de 265.000 metros cuadrados y que convertiría a Galicia en faro de la cultura. El proyecto de Eisenman fue elegido por la singularidad conceptual de la construcción, con el que convenció al jurado.
Uno de los puntos más complicados del proyecto era su ubicación. Un mirador de 70 hectáreas sobre la capital gallega, que tenía como telón de fondo la fachada barroca de la catedral de Santiago. El arquitecto se inspiró entonces en las cinco calles medievales que desembocan en la Plaza del Obradoiro. El resultado es una compleja conjunción entre tradición y modernidad, en el que se sigue leyendo su estilo deconstructivista y cuyas ondulaciones ya son otro de los hitos de la capital. Un proyecto en el que prima el conjunto por encima de todo «buscando generar condiciones en las que el fondo pueda elevarse y la ciudad se deje caer contra él».
Otros cuatro son los edificios que completan la Ciudad de la Cultura. Se espera que después de este verano se inauguren el Centro de la Música y las Artes Escénicas y el Museo de Galicia. El Centro de Arte Internacional, situado en la zona norte del Monte Gaiás y destinado a convertirse en punto de encuentro entre Latinoamérica y Europa se prevé que se termine en el 2012
25 hectáreas de parque forman el entorno de esta “Ciudad”, por las que el visitante podrá hacer senderismo y estar en contacto directo con la naturaleza. Las calles que conectan los edificios se cubren de soportales, y todas ellas van a dar a una gran plaza central. Todo esto evoca a Galicia y a sus ciudades medievales. El proyecto está concebido como el “faro de Galicia”, con el que se pretende que la comunidad se de a conocer en el mundo. Espacios para la reflexión, el debate y la acción orientados hacia el futuro de Galicia y su internacionalización.
El problema de esta gran infraestructura siempre se ha movido entorno a términos económicos: "La evolución que sufrió la obra es una consecuencia directa del proyecto de Peter Eisenman; el presupuesto se ha disparado y eso no es de recibo en arquitectura", afirma Andrés Fernández Albalat, fundador del Colexio de Arquitectos de Galicia.