Hormigón, acero y cristal. Una inversión de 75 millones de euros para sustentar los 43.000 metros cuadrados del edificio, distribuidos en salas de cine, auditorio, piscina, gimnasio, biblioteca, restaurantes, cafetería y sala de exposiciones.
4 de junio de 2010

Philippe Starck, el autor del proyecto, ha desarrollado una radical intervención en la Alhóndiga bilbaína, el antiguo almacén de vinos y aceites de la ciudad. El almacén fantasma (abandonado durante décadas) ha sido conquistado por los ciudadanos. Y anuncia una nueva época: si el Guggenheim trajo turistas, la Alhóndiga está pensada para los bilbaínos.

La institución describe su visión sobre las posibilidades de este espacio:

 

Alhóndiga Bilbao quiere ser una organización social y económicamente responsable, referente, diferencial e innovadora en la prestación de servicios de ocio, cultura y actividad física. Totalmente orientada a la ciudadanía y respetuosa con la diversidad ideológica, religiosa o identitaria que fomenta la interacción de opiniones y sensibilidades con mentalidad integradora, prestando especial atención a las minorías e impulsa la igualdad de oportunidades.

 

Exposiciones, piscinas con luz natural, solarium de 3.000 metros cuadrados, cines de arte y ensayo, mediateca, restaurantes, un enorme gimnasio y solo una tienda de recuerdos ocupan el interior del antiguo almacén.

Tras ser rechazada por Gehry como primera ubicación para el propio Guggenheim y declarada posteriormente bien de interés cultural en 1999, la Alhóndiga resultaba intocable. El inmueble tiene 43.000 metros cuadrados y el presupuesto de la rehabilitación ha sido de 75 millones de euros. Se vació el fortín del arquitecto Bastida y se instalaron dentro tres cubos de ladrillo agujereados por arcadas y soportados por columnas que imprimen al conjunto un aire metafísico.

En la planta baja, el movimiento del agua en la piscina de la cubierta, y el vaivén de los bañistas, decora parte del techo. Para compensar la falta de luz, un bosque de 43 columnas, firmadas por el escenógrafo Lorenzo Balardi ofrece entretenimiento. Pueden jugar a encontrar parejas. Algunas se parecen. Varias están forradas con idénticos materiales. Pero no hay dos iguales. El juego resume un recorrido por la historia del arte y los países del mundo a través de sus columnas: de la dórica a la pop, todas en versión posmoderna. La diversidad, la búsqueda del crecimiento personal y la idea del disfrute sin consumo son aquí, efectivamente, más importantes que la arquitectura.

En declaraciones de Philippe Starck recogidas por el diario El Mundo:

Este espacio representa un viaje por el túnel del tiempo. Y yo, en realidad, no lo he diseñado, ni siquiera rediseñado. El diseño lo da la vida, su uso, que ayude a la gente a vivir mejor.

País: España
Ciudad: Bilbao
Agentes: Philippe Starck
Autoría de la imagen: AlhóndigaBilbao
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