[Zetas]. La conferencia tuvo lugar en la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Jorge, de Zaragoza, y se extendió a raíz del enunciado “Sin disyuntivas: complejidad y contradicción como base de la racionalidad”.
El diálogo llevó a una discusión acerca de las deducciones entendidas como exigencias colectivas inherentes a la complejidad de la disciplina arquitectónica y del contexto sobre el que se mueve.
La profesión comprendida como un proceso que transciende al de la propia construcción. Ésta no es capaz por sí misma de acaparar totalmente el protagonismo proyectual si no es forzándola, tratando de encontrar sus límites, así y no de otra forma será posible hablar de la arquitectura desde la trascendencia de la construcción. Sin olvidar, por supuesto, que detrás de toda la racionalidad arquitectónica está nuestra visión libre, formada para servir a la sociedad.
En la actualidad, escribimos desde la convicción de sentirnos ante un nuevo paradigma que responda lógicamente a las inquietudes y necesidades de la sociedad actual.
Para demostrar si esto es o no posible será necesario poner en un mismo plano la arquitectura que actualmente vemos realizar con aquella arquitectura heredera del movimiento moderno.
La no tan conocida <Boîte à miracles> presentada por Le Corbusier en un congreso celebrado en 1948 en la localidad parisina. En referencia a esta caja el mismo Le Corbusier decía “El verdadero constructor, el arquitecto, puede construirnos los edificios más sutiles porque conoce todo lo relativo a volúmenes. De hecho puede crear una cajita mágica que contenga todo lo que vuestro corazón pueda desear. La cajita tiene forma cúbica y lleva en sí cuanto es necesario para realizar milagros, levitación, manipulación, distracción, etc.. El interior del cubo está vacío pero vuestro espíritu inventivo lo llenará con todo aquello que constituya vuestros sueños”. Esta definición será repetida por él mismo tres años más tarde en el VIII CIAM sumando al discurso este pequeño croquis de la caja.
El trabajo de arquitectos como el del estudio Langarita–Navarro toman la palabra al mismo Le Corbusier y, mediante su espíritu inventivo, han sabido llenar u ocupar con vida estos espacios interiores. Proyectos como el Media-Lab Prado
Estos dos arquitectos parecen trabajar un paso por delante al resto -de arquitectos que se empeñan en dar continuidad a una situación que con el paso de los días se demuestra insostenible y falta de interés- sabiendo asumir e interpretar lúcidamente lo que entendemos como el nuevo paradigma, que no es otro que dotarse de la suficiente madurez para renunciar a seguir practicando la profesión de aquella forma ya vivida y así invertir el esfuerzo en como ocupar estos espacios de una forma adecuada y por lo tanto reactivar arquitecturas en estado de coma que acabarán muriendo sino se pone remedio.
Por lo tanto, se insiste en aquella afirmación que enuncia el escrito. Arquitecturas heredadas que la sociedad necesita mantener por el simple hecho de existir con independencia de su valor arquitectónico –tal y como explicaba Jordi Badía en relación al proyecto de Can Framis firmado por su estudio-.
Se puede deducir que la actitud correcta que entiende un contexto actual será aquella que comprenda estos espacios y arquitecturas como una realidad presente, de ninguna forma intocable pero sí reconocible, lo que nos acerca a estas formas de afrontar el oficio del estudio afincado en Madrid compuesto por la joven pareja.
Los proyectos de Langarita-Navarro entienden qué y cómo hay que mantener, aportándole determinado valor de forma simultánea a qué y cómo actuar para volver a dar sentido a estas arquitecturas inconclusas, olvidadas o dañadas por el paso del tiempo.
El objeto arquitectónico es la respuesta de una sociedad actual que necesita poder usar y valorar lo existente yuxtaponiendo esa capacidad creativa para que de este modo vuelvan a reactivarse mediante el diálogo con la sociedad actual.
Queda claro entonces que el nuevo paradigma del siglo XXI no se entiende desde una dualidad entre lo material y lo virtual por la imprescindible relación que ha habido, hay y habrá entre la arquitectura y su condición tectónica o material. Y si más con la comprensión de que la nueva arquitectura se ha liberado de su esclava y excesiva preocupación por la expresión de sus fachadas y su condición estética o estilística para preocuparse de lo que verdaderamente importa que no es sino la actualización y revalorización de todo aquello que hemos heredado.
.