3 de mayo de 2012

Principios y procesos de una situación plural.
Sobre la arquitectura necesaria, que no es austera ni pobre, sino justa, generosa y rica como la vida… no nos confundamos ni sea que recortemos por el lugar equivocado

Lo necesario es "lo que es y no puede no ser", que es la vida misma. Lo único, último, que no puede no ser es la vida. Y si hablamos de vida hablamos de personas que para vivir precisan tanto cobijo y protección como ilusión y deseos. En esa encrucijada de urgencias y aspiraciones se sitúa la arquitectura que, con independencia de su tamaño, ubicación, organización o tectónica resulta "próxima" a las personas y "emocionante", hermosa, querida, a los sentidos, al entendimiento y al tiempo que le corresponde. Esa es la arquitectura necesaria. La que no puede no ser.

 

La arquitectura necesaria no es por lo tanto una arquitectura de intenciones, maneras, perfiles o gestos austeros, pobres. No es arquitectura de economía, ni barata, ni tampoco cara. La arquitectura necesaria es aquella que se justifica o se acuerda para la vida y los deseos de las personas de un tiempo, en su génesis, y se resuelve en su materialidad -por sucesivamente carpinteros, canteros, artesanos, maestros de obras, arquitectos o …- evitando lo superfluo: lo que en cada tiempo es cosa diferente, que antaño se pudo llamar ornamento, siendo el beneficio financiero o la figuración pintoresca algunas de sus personificaciones contemporáneas.

 

La arquitectura necesaria se contrapone entonces a la superflua, de un modo que la casual o forzada coexistencia, cuando se da, devuelve sin remedio la ridiculización de lo estrecho, lo hueco, lo desustanciado, lo sin sentido que es lo que esencialmente resulta prescindible por pobre, delgado, sin grosor, zafio, maleducado, ineducado.

 

Llegados aquí es posible entender por qué la arquitectura, siéndolo, es necesaria y no siéndolo es… prescindible. Sin embargo la arquitectura necesaria no es una: tiene tantos rostros como lugares, gentes y maneras, siendo simultáneamente diversa y común. La arquitectura necesaria es reconocible por quienes tienen consciencia de su tiempo y cultura, por quienes libremente alcanzan el beneficio de una educación que les protege de la intemperie de la ignorancia y la fuerza.

 

La educación en libertad es necesaria. No siéndolo tenemos… cautividad, muerte. 

Por favor, no juguemos con la educación, no juguemos con nada de lo que afecta a lo que nace y empieza porque nos jugamos poder entender la arquitectura, es decir: la vida. 

 

No recortemos, entonces, las venas que vienen del corazón, que es nuestra cultura, nuestra educación, nuestra arquitectura, nuestra vida. De todo lo demás sabremos prescindir.

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