20 de abril de 2012

Principios y procesos de una situación plural.
Sobre el carácter, la expresión, el lenguaje y la crítica que en arquitectura se alternan, combinan, mutan, sustituyen y universalizan pero jamás mueren… sobre los titulares y algo que quedó pendiente en 1931

Andábamos pensando en la conexión entre carácter y expresión, como actitudes eternamente simétricas y coexistentes a lenguaje y crítica, y con ello pretendíamos abordar esta semana un comentario que pudiese enlazar -en un plano completado por el tercer punto del tiempo actual-, el hilo común de varios acontecimientos recientes como son: las conferencias en Barcelona de Langarita-Navarro (Trueque narrativas en MetROOM) y de Arquitecturia (ARAARQUITECTURA en el espacio Tresoa) en las que resultaba abrumador verificar la íntima y coherente conexión entre el sistema gráfico, el modo de dibujar y codificar los procesos de proyectos de estos dos estudios profesionales, y lo que finalmente resulta construido y se ofrece como arquitecturas con carácter y de su tiempo; las declaraciones en entrevistas en medios de prensa de arquitectos muy veteranos como Ricardo Aroca, Manolo Gallego, y Oriol Bohigas en las que el desapego por las cosas y lo prescindible de las hipotecas personales que alegran la edad avanzada dejan paso a una transparencia envidiable en su actitud y en el enunciado abierto de los anhelos mas profundos para con los compromisos con su propio tiempo y con la vida como arquitectos, unos anhelos -si cabe- resumidos en la carta enviada también recientemente por David Mackay a la Consellera de Ensenyament en la que, literalmente se alerta a la administración, la Generalitat en este caso, sobre "la casi total eliminación -en las bases y pliego de condiciones de los concursos de edificios escolares- de la consideración cultural de la misma arquitectura de la escuela como instrumento fundamental en la expresión y cualificación de unas ideas pedagógicas y sociales" y, por último, el reencuentro, escucha, de algunas conversaciones, emitidas como podcast y ahora restauradas, en las que arquitectos y responsables de las escuelas de arquitectura públicas y privadas, entre otros muchos arquitectos o no arquitectos, jóvenes o mayores, explican sin intermediación sus intenciones y principios, su manera de abordar los procesos que afectan a su trabajo y la valoración que establecen sobre los resultados de ese mismo trabajo y el modo en que afecta a los demás, a la vida y a… su propio tiempo.

 

Decíamos que en esas estábamos, cuando dos circunstancias han dado al traste con la intención inicial, y han obligado a repensar el sentido de este mismo editorial e incluso a tomarnos un tiempo y retrasarlo: un artículo de JM Montaner sobre "la extraña muerte de la crítica de la arquitectura" con sus ecos asociados, por una parte y el tropezar con la portada del AC 4 de 1931, por la otra.

 

Pienso que a lo primero responde en realidad la secuencia comentada como intención inicial, que describe el modo en que actualmente es posible atender, sin manipulaciones de terceros, la emisión no interferida, el discurso directo, de… cualquier persona o asunto que nos pueda interesar. No es necesario que me cuenten lo que dijo Luis Mansilla… lo puedo escuchar yo mismo. Sé en qué está pensando Manolo Gallego, porque lo dice abiertamente y lo estoy leyendo. La relación entre emisores y receptores se ha invertido, dándose la vuelta como se le da a un calcetín, hasta el punto que la universalización de la universidad y la potencia de la imprenta, sumada a la de la autoedición informática (es muy sencillo y accesible poder disponer de medios para publicar) y después a la de la comunicación en red (directa y global, pero también punto a punto, que ofrece internet) no es que haya matado ni la crítica, ni el relato, ni la crónica ni tan siquiera la arquitectura sino que -sencillamente- hace que crítica, relato, crónica y arquitectura sean asuntos que han pasado al lugar del receptor que siempre hemos sido la mayoría, desde su anterior posición en el lugar del emisor, que antes era alguien privilegiado y ahora es también la mayoría, cualquiera. La crítica en arquitectura, hoy, se efectúa desde las múltiples modalidades de construcción de la propia arquitectura y son los proyectos construidos, las acciones colectivas orientadas al espacio público, etc, los que evidencian, caracterizándola y a la vez denunciando sus carencias, la sociedad contemporánea. Vaya, que la acción actual del arquitecto o es crítica por defecto o si no lo es resulta inaceptable como arquitectura. Lo que mató la red es el lenguaje, las maneras indiferentes, entonces, y entre ellas la crítica exclusivamente literaria y per se.

 

Dicho de otro modo menos abstracto y avanzando otra derivada necesaria: jamás han estado mas visiblemente vivos el carácter y expresión críticas en arquitectura ni han tenido tantos canales como hoy, a la par que jamás ha estado mas atrapada la literatura crítica "clásica" en la cautividad de los titulares de prensa. Y de ese modo al titular "La extraña muerte de la crítica de la arquitectura"  de Josep María Montaner le sucede -con razón y tino- el titular "La melancolía mató al crítico", que por si mismos parecen suficientes hasta parecer hacer innecesaria la lectura del contenido, en un toma y daca que no afecta a la arquitectura ni se vincula con la realidad sino con la (aceptable, por que no) melancolía personal, como bien argumenta Fredy Massad

 

Y mas: la posibilidad de acceder a las fuentes originales nos obliga a concederles a esas fuentes el tiempo que antaño se concedía al relato, incluso crítico, de los intermediarios. Un tiempo vital que es escaso y que, a cambio de la atención a lo que es original y directo, con dificultades va mas allá de los titulares. Seguramente por eso es hoy mas instructivo escuchar o leer la entrevista al crítico, al menos cuando el crítico de arquitectura se asume y razona como arquitecto -que decíamos es cualquiera- que leer o escuchar la supuesta "crítica", que en realidad se quedó atrapada en un titular.

 

Pero para titular, de portada, el "tropezado" -mientras buscaba una de aquellas imágenes en las que los editores del AC del GATEPAC tachaban con un aspa roja las arquitecturas perfectas en su lenguaje pero ajenas a su sociedad contemporánea- en el que, en 1931, se protestaba de cuestiones como:

"que (las escuelas de arquitectura) aparenten ignorar que la arquitectura de una época es consecuencia de la estructura social imperante o próxima a implantarse, en esa época"; o

"que se nos haga estudiar externa y superficialmente todos los estilos históricos; pero no como tales, sino como algo que debemos resucitar, cuando lo interesante sería hacer resaltar las causas que los motivaron y la evolución que los creó"; o

"que se ignoren las leyes de economía de espacio y coste, haciéndonos proyectar palacios y catedrales, trabajo que está en un plano fuera de la realidad" o

"que confundan lamentablemente los conceptos de arquitectura y decoración y llamen pobreza a la sobriedad, a la sencillez falta de imaginación, frialdad a la claridad, monotonía a la ordenación…"

 

Y no sigo, que con este desconcierto llevamos tres días arriba y abajo, hemos retrasado el editorial, y al final se nos va a quedar sin resolver el IVA, que en eso no hay nada que matar sino morir al palo.

 Palabras clave