7 de marzo de 2012

Principios y procesos de una situación plural
Sobre lo que se nos dice, interesa y afecta alrededor del Pritzker, Asia, el grano y la paja en las ofertas de la crítica y las curadorías…

Resulta muy motivador, leyendo los textos de la crítica profesional, comprobar cómo este año el premio Pritzker… ¿ha dado en el clavo?

Un momento… si dejamos por un momento de lado el premio como tal -asumiendo que siempre es argumentable como irrelevante y, a la vez, que siempre es merecido y lo contrario, qué mismo da- y evaluamos las consecuencias por el debate suscitado, se ha de decir que los artículos que hemos leído en la prensa española sobre esta cuestión se encuentran entre los mas esforzados y lúcidos leídos últimamente, sin dejar de ser previsibles. Si hemos de admitir que la mayoría de las reflexiones de la crítica profesional -con hermosas excepciones, si- difícilmente pueden permitirse, por la presión de sus propios medios, abandonar la superficie sociológica aparente de las situaciones y arquitecturas evaluadas (también) hemos de admitir que si, que (la crítica también) ha dado en su clavo, y (que) paradójicamente si la perspectiva política o comercial o de oportunidad es la que se nos ofrece (por el premio)… estamos frente a un fiasco. Vaya lío.

¿Pero nos interesa, afecta, realmente esa perspectiva tan enrarecida? Juan Alonso, arquitecto argentino afincado en Holanda que comparte vida, profesión y discusión con la arquitecto oscense Susana Aparicio, en su artículo "el error del Pritzker", desde un posicionamiento que anuncia como amateur, pero desde la lógica de quien anda enredado en su día a día en un arremangarse, y mojarse, que alcanza tanto la redacción de proyecto como la gestión -lucha libre- de obra aporta en ese debate un muy sugestivo punto de vista, con un aviso a navegantes: "No considero de mayor relevancia el premio Pritzker, como ningún otro premio similar, pero soy conciente que muchas veces estos marcan un rumbo, y esta vez el mensaje de Pritzker es claro y puede llegar a sonar fuerte, dentro de la crisis de ideas con que se enfrenta la profesión. Presiento que no tardará mucho en que empecemos a ver aparecer en premios de concursos, publicaciones y obras de nuevos profesionales arquitecturas con fachadas de materiales reciclados, y vanas recuperaciones historicistas, festejando la nueva moral de una profesión que parece no poder salir de su huevo de cristal"

Es una aseveración lúcida, dura, sincera y necesaria, la de Alonso, que en la medida en que -esperemos- pueda extenderse ha de permitir una (urgente) exigencia y seriedad extremas en la labor de quienes en lo sucesivo puedan ofrecer arquitecturas para el debate.

Dado que lo que nos interesa a todos es mucho más disponer de elementos consistentes de juicio y valor que puedan ayudar en nuestro cotidiano afrontar la parte de realidad y vida que nos corresponde, que no tanto haber de estar de acuerdo o en desacuerdo sobre supuestas tendencias, lenguajes, oportunidades o rebajas, visto así este asunto, desvelado por el recorrido de arquitecto que en pocas líneas Alonso ofrece por las obras de Wang Shu (y Lu Wengyu), nos importa mucho mas darnos cuenta de que… es poco o casi nada lo que sabemos de arquitectos y arquitectura china. Siendo así -como si fuésemos valencianos buscando un restaurante de paellas en Pekín- no podemos ni debemos dejarnos sospechar que se nos ofrece algo que se parece a lo que entendemos para que lo podamos aceptar. Es excesivamente previsible. No vale y debemos exigirnos también a nostros mismos, como lectores, como gente informada y de criterio, como nos gusta pensarnos.

Así que, volviendo al premio, por una parte nos preocupa ofendernos y sorprendernos, pensando si no serán nuestros propios prejuicios los que intentan justificar lo que en el fondo no es sino completa ignorancia sobre la realidad de todo un continente y por otra parte nos da algo de pena pensar que pueda pasar de largo la oportunidad de saber bien sobre unas gentes y una arquitectura de la que seguimos sin saber… nada. Hubiesemos entendido mejor si, con anterioridad, se hubiese dado -a saber cómo- la posibilidad de disponer de un catálogo amplio de modos y maneras, de autores y arquitecturas alternativos, de China o asiáticos. De ese modo pensamos que la perplejidad sería menor y la elección… definitivamente irrelevante. Pero, también hemos de admitir… ¿para justificar qué?. 

Coda: puede que el premio sea inadecuado e indocumentado, lo parece dependiendo de la hora del día en que lo pensamos, pero tiene la virtud innegable de enfrentarnos a nuestros fantasmas y prejuicios. Eso es mucho, es próximo, y siempre lo habremos de agradecer. Lo agradecemos.

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