Apuntes sobre lo aprendido por generaciones sucesivas de funcionarios y funcionales, la honestidad, la necesidad, el lujo, hacienda, el b, la dedicación exclusiva, el tiempo completo, el pluriempleo y las nuevas vacunas
Síntomas y diagnósticos de un cambio XXVII
por Félix Arranz
Leemos sobre sumarios "arcos" y similares y se nos viene a la cabeza que lo del pluriempleo ya no es cosa buena según y cómo, y que pronto estará perseguido institucionalmente en sus combinaciones público/privado. Ahora ya toca. Se anuncia como videojuego para el iphone.
En 1962 se estrenaba en España "la gran familia", en la que un aparejador pluriempleado era el padre de una familia de diecisiete miembros, contando madre y padre y dejando fuera de la cuenta a los suegros, que también circulaban por el entrañable domicilio-cuartel familiar. De ese modo se oficializaban, desde las salas de cine, las aspiraciones oficiales de quienes en ese momento pensaban el país mediante la consagración de un modelo económico, unos patrones personales y… un modelo laboral: el ejemplar, esforzado y honesto profesional pluriempleado.
No entramos aquí en la sociología profunda del asunto, que es asunto emocionante porque nos alcanza a todos en la genética nacional y familiar, ¿quién no recuerda retazos de algo similar en su propia vida o en la de sus próximos?, ¿quién no ha sabido de las dificultades propias o cercanas de la salida, o del regreso, de la pobreza?, sino en la oportuna identificación de esa entronización del modelo profesional multitarea como respuesta a las necesidades colectivas y personales. Años sesenta. Como esto es un "breve" y no una tesis, asumamos esa figura como la evolución "civilizada" y "preeuropea" de modelos laborales y de supervivencia anteriores de corte bajo, que nos llevarían desde el estraperlo hasta la picaresca y el lazarillo, pero que en la experiencia de las personas vivas tiene su límite en esta película y en la superación de los traumas económicos de la guerra civil y el franquismo.
Desde ahí saltamos hasta la campaña de 1978, en la antesala de los ochenta, en plena transición, "Hacienda somos todos", que imaginó uno de los ideólogos profundos de nuestro país, Stanley Bendelac, creador de los esloganes de nuestra vida patria. Desde entonces, desde ese 1978, son ya varias las generaciones que se han sucedido, sufriendo, superando o instaladas en aquellos y otros hábitos, hasta el punto de alimentar cientos de guiones de una de las series televisivas de éxito durante años y años como ha sido "Cuéntame", heredera televisiva de aquella "gran familia". A la generación que ahora peina canas nos lo han contado a través de la tele y sus series, en la sala de estar.
La campaña de 1978 nos hizo aprender, a nuestros padres, que las personas que defraudan sus aportaciones al capital público son deshonestas y no solo en el momento de rellenar los formularios anuales, sino en el día a día. En la mentalidad inconsciente del español se fraguaba la transformación del viejo héroe en un villano. A eso se han ido añadiendo factores nuevos en la manera de entender el capital público y colectivo que superando lo económico personal y lo laboral local alcanzan la defensa global del territorio y del planeta como "ser vivo". Avatar y Cámeron enseñan hoy esas cosas a quien empieza a ser persona. De hecho las campañas institucionales actuales han evolucionado a un mas amplio todavía "Pensando en Todos", del Ministerio de Hacienda, que abre la puerta a, por ejemplo, poder superar la justificación y la necesidad del pluriempleo, especialmente cuando se perjudica a otros o a lo social y legalmente establecido. Muy especialmente cuando se cruzan el trabajo público con el beneficio privado. Ese es un camino definitivamente prohibido, una línea roja.
Se notan estas latencias, el resultado positivo de esta didáctica fílmica y gubernamental, en las conversaciones con estudiantes, y con quienes empiezan, que sorprendidos al descubrir las grutas de los ancestros recientes, están abriendo la raíz de muchos males, y le están empezando a poner nombres propios. Se preguntan, al entender pero no comprender lo que está pasando: ¿Cuándo dejarán de haber profesionales que, en defensa de sus necesidades personales y familiares y en la herencia del héroe pluriempleado, con exclusiva y a tiempo completo, trabajen simultáneamente en la empresa pública y en su empresa personal? ¿Qué es lo que ha de ocurrir para que cese semejante descaro, por otra parte ilegal?
Un videojuego, una vacuna.
Desde aquí pedimos, para que el aprendizaje de las nuevas generaciones tenga su nuevo referente, un nuevo videojuego para la play o el iphone, multiplataforma y con versión web, para jugar en tránsito, en el transporte público, y en red. Ha de plantear una situación terminal para la saga "la gran familia", la última, en la que el juego consista en descubrir y castiguar ejemplarmente lo que corre por las noticias de nuestros periódicos y telediarios, por los mentideros de nuestros ayuntamientos, por los pasillos de algunas facultades: que dos de los hijos del personaje que interpretaba Alberto Closas descubrieron uno lo rentable de trabajar como arquitecto municipal teniendo un despachito profesional en el pueblo colindante y la otra la maravilla del prestigio social de la cátedra universitaria a tiempo completo y dedicación exclusiva compartida con trabajillos de asistencias técnicas a empresas municipales y, en ocasiones, con proyectillos compartidos de tapadillo en el estudio de su hermano. Buena gente, sin duda, amigos de sus amigos, buenos padres y madres pero de otro tiempo. Fueron héroes, pero ahora son ladrones. Tienen que irse. Lo necesitamos. La vacuna es el videojuego.