[Rogelio Ruiz Fernández, dr. arquitecto, para scalae]
¿ARQUITECTURA NECESARIA?
La semana pasada Jacques Herzog le decía a Anatxu Zabalbeascoa en EL PAIS que “los arquitectos no debemos gastar el dinero de nuestros clientes en cosas inútiles” y yo, que tengo una cabeza gamberra, me imaginaba a Imperio Argentina diciéndole a Lauren Postigo que había que terminar con el unplugged y que, con guitarras eléctricas, cajas de ritmos y platos de DJs maltratados se abría un nuevo mundo…
Hablar hoy de tratados no se estila, pero voy a empezar dándome un paseo por algunos temas clásicos, que por cierto siempre aparecen en momentos de crisis como búsqueda de maneras de amarrarse a algo fijo. Vitruvio nos dice: “La distribución es un debido empleo de los materiales y sitio, y un económico gasto en las obras, gobernado con prudencia. Se observará esta principalmente, no buscando el Arquitecto cosas que no se hallan ni acopian sino con crecidos gastos”. Tampoco está mal la indicación de (León Battista) Alberti: “No emprendas algo que sobrepase las fuerzas humanas, ni asumas una empresa que vaya directamente en contra de la naturaleza” que se nos olvidó estos últimos años y hemos abordado obras faraónicas innecesarias. También Alberti: ”Y aunque el comedimiento es propio de los monumentos particulares y la grandiosidad de los públicos, a veces edificios públicos reciben elogios por poseer el comedimiento de las construcciones privadas”. Apetece decir, echando la culpa a otros, que lo que hacíamos era lo que nos pedían políticos y sociedad, pero ahí está (Andrea) Palladio para sentenciar: “Se deberá, entonces, tener en consideración a los que quieren edificar, y no tanto a lo que ellos posean como a la calidad del edificio que les sea adecuado”.
Estos últimos años la arquitectura acabó por ser escultura y como ésta puede llevarse de un sitio a otro y es ella la que cualifica el entorno y no la que se integra. Esto es una trasposición de leyes que ya atacaron hace años otros colectivos ¿Se acuerdan cuando había sastres?, cada uno llevaba el traje que le hacían totalmente adaptado a su cuerpo, pero el mercado global prefiere lo que vale para todo el mundo. Si una obra podemos utilizarla en varios sitios en cualquier lugar del mundo estamos menospreciando el valor de lo local y la tradición. Si los nuevos lugares de reunión son los centros comerciales, y gran parte del tiempo se emplea en la pantalla televisiva y de internet, conceptos que hemos visto antes como la imagen del edificio pierden importancia, el símbolo es la página de internet que puede ser el icono de mi empresa y además, sin una visita real del cliente, me puede servir para la venta de mi producto en cualquier lugar del mundo. La arquitectura, en este nuevo contexto global pierde importancia.
PRINCIPIOS DEL ESPECTÁCULO.
Es entonces cuando la arquitectura del espectáculo toma protagonismo, no hace falta ir a verla, su foto recorrerá los periódicos y foros mundiales como la pólvora. La arquitectura será importante por su imagen que viaja por la red. Vamos a considerar aquí como el tratado del espectáculo el libro S,M,X,XL de Rem Koolhaas (y Bruce Mau). Si los tratados tradicionales eran compendios que querían recoger todo el saber de la época, el libro de Koolhaas, que representa la época finisecular es, tomando una de sus entradas “Scatter-brain”: es la dispersión. Este libro ya sabe que no se puede abarcar la totalidad más que con flashes de realidad que podemos intentar recomponer en nuestra cabeza. (Como George Perec en “La vida instrucciones de uso”, o como la pantalla de Windows que nos presenta delante un montón de ventanitas que son las cajas donde guardamos nuestra realidad pero que, aparentemente, son inconexas). Así, entre sus entradas, ya que la línea argumental es un diccionario, no aparece, cómo suponíamos, la palabra “adecuación o adaequatio” pero, y eso sí nos sorprende, tampoco la palabra “espectáculo”. Cuando entramos en scatter-brain Koolhaas nos refiere al pasaje bíblico de la torre de Babel, y
quiero conectar con este pasaje lo que vamos a desarrollar aquí. En los tratados anteriores, en cada momento histórico había un lenguaje, que crecía en su autoridad y que se perdía cuando otro llegaba. Esta autoridad duraba siglos (Grecia, Roma, Románico, Gótico, Renacimiento…), pero en estos momentos de globalidad hemos recibido primero, en una aceleración hacia el fondo del embudo, una serie de movimientos artísticos, arquitectónicos, que con gran velocidad aparecían y sucumbían generalmente apoyados en un documento teórico que los aglutinaba o que servía de catalizador (“Complejidad y contradicción…” de (Robert) Venturi, “La arquitectura de la ciudad” de (Aldo) Rossi, “Clasicismo Moderno” de (Robert AM) Stern…). Finalmente, con el cambio de siglo, se produjo un incremento de velocidad y un descenso en el tiempo que duraban y se consumían los productos culturales, como un torrente que baja rápido por la montaña, y que en vez de durar, acababan por tener un estilo cada día (o los quince minutos de gloria de (Andy) Warhol), y paso a ser cada arquitecto, cada arquitecto estrella, no una corriente, no un firmamento, sino una propia manera de hacer arquitectura. Así ya no había racionalistas, brutalistas, pop, tendenza, neoracionalistas, post-modern, high-tech… había Gehry, Foster, Calatrava, Zaha, Eisenman… y se acaba por formar un embalse donde todo se amaina y esa locura acaba donde todos los estilos acaban, flotando en la inmensidad de una balsa donde estas grandes figuras, se dejan acunar por las corrientes del capital. Esto, la generalización, hizo en los últimos años, a falta de un guión, que todo fuera válido y todo en cualquier sitio. Es fácil entender que esta gran balsa de agua fría en la que flotan ahora (como mafiosos que se fueron de la lengua con pies de hormigón) mecidos cadáveres de estrellas no son otra realidad que la irreal red de internet.
Así fue como se creó esta procesión profana paralela a la sacra que representaban los tratados antiguos y contra la firmitas que todos apoyaban se dijo el primer principio del espectáculo: “que no sea estable, o al menos que parezca que no lo es”. El segundo principio contra la utilitas vitruviana: “que no sirva para nada” y se hicieron edificios cuya función es difícil de saber, Y por último, contra la venustas, contra la belleza “que arañe nuestros ojos” es lo que se busca en no pocos casos. Además de estos principios importantes, como pilares de la nueva religión arquitectónica que justificase los grandes arquitectos, hubo otros mandamientos, que si bien no de obligado cumplimiento, si que ayudaron a la puesta en valor de los gurús. Así también era importante, contra el principio de armonía o integración en el contexto, hacer cosas: “que valen lo mismo aquí que en cualquier sitio” y si puede ser “que destaque y ofenda al entorno”. ( “Fuck the context!",S,M.X.XL, Koolhaas). Me podrán decir que el funcionalismo, el estilo internacional también abogaba por unos principios iguales en todo el mundo y también destacaba, de manera estridente incluso, con sus blancos y cubiertas planas. Pero en el international style el principio de la economía era fundamental y pretendía, en tiempos de guerras, solucionar el problema de la vivienda de manera más racional. Ahora, aunque el resultado sea la respuesta internacional similar, el concepto es distinto, el edificio pertenece más a los media: televisión, internet, prensa que a la propia calle o ciudad. Ahora rara vez el asesino vuelve al lugar del crimen, tras las fantásticas fotos profesionales (que son lo que realmente importa).
Rogelio Ruiz Fernández
En gran parte este texto viene de Conferencia “Adaequatio versus Spectaculum” impartida por Rogelio Ruiz en la Universidad de Oviedo en los cursos de extensión Universitaria invitado por la profesora Dra.Carmen Adams dentro del curso que esta dirigía : “Construcción y paisaje en el siglo XXI, Arquitectura, crisis y resiliencia” 18 de Julio de 2012.
NOTAS:
NOTA 1: Tras escribir parte del texto precedente me he leído la tesis doctoral del doctorando Ignacio Ruiz Allen “Contradictio in Terminis” (UPMadrid 2012) y recoge la siguiente cita de (Peter)Einsenman escrita dos años antes de nacer yo: “…la arquitectura parece haberse refugiado en el Manierismo y el culto a la expresión personal en un énfasis compulsivo en la creación aislada sin considerar el orden total. Esta necesidad individual de expresión es legítima, pero si ha de ser satisfecha sin perjuicio de la comprensión del entorno como un todo debería ser propuesto un sistema de prioridades, y aquí se argumentará que dicho sistema debe necesariamente dar preferencia a fines absolutos sobre los temporales.”
NOTA 2: Para el concurso de la barbaridad que supone el proyecto Gazprom de San Petersburgose invitaron a una docena de arquitectos estrella, para que vistieran el despropósito, y solo tres denegaron, por lo inapropiado del empeño, la invitación. Podemos hablar de la torre Pelli en Sevilla, ¿es necesaria? ¿quién gana con eso? o más cómico, o dramático, la torre Rosaleda en Ponferrada, y tantas otras… Hemos vivido como pantagrueles en un buffet libre de un hotel de costa turistera.
NOTA 3: En Dubai, Emiratos Árabes, capital de la arquitectura espectáculo, donde saben bien lo que es que una empresa desaparezca cuando está arriba, por ley los edificios hay que avalarlos en su construcción exterior, es decir, puedes dejar la obra siempre y cuando esté acabado el muro cortina exterior aunque el interior quede vacío e inconcluso, la imagen que se pretende de la ciudad está garantizada. Podíamos aquí hablar de la ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela y de lo desafortunado de esta empresa, o el museo del Circo en las afueras de Madrid, o el de la Naturaleza de Cuenca, de tantos otros museos cerrados o de las EXPO abandonadas tras la cita inicial. Los arquitectos estrella se brindaron a todo lo que se les ofrecía sin pararse a valorar si era oportuno, necesario, hacer lo que el cliente demandaba.
NOTA 4: Rafael Moneo, entrevistado con motivo de su premio príncipe de Asturias, decía que sumuseo de Estocolmo era contemporáneo del Guggenheim de Bilbao y que no por ello su actitud comedida sería mejor que la espectacular de Gehry, ya que, en ese momento, la ciudad deprimida, postindustrial de Bilbao lo que necesitaba era lo que el americano le dio y que la ciudad escandinava en cambio, ciudad acabada, armónica, lo que necesitaba era seguir siendo igual. A veces, el contraste, el espectáculo, es necesario y la virtud del arquitecto, y de la sociedad que la demanda, está en saber precisamente cuando es momento de mesura y cuando de desfase.
ILUSTRACIONES:
Portada: Detalle bodega (Zaha Hadid, Viña Tondonia). Foto Rogelio Ruiz 2011
1) Expo de Zaragoza abandonada, foto Rogelio Ruiz (agosto 2011).
2) Intervención sobre Anfiteatro romano de Frèjus, foto Rogelio Ruiz (agosto 2012).
3) Cidade da Cultura, foto Rogelio Ruiz (2013).
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Agentes: Rogelio Ruiz Fernández