Rogelio Ruiz recuerda asuntos próximos al interiorismo y patrimonio, Hollein, el Dindurra y la pérdida de la noción de tiempo…
28 de abril de 2014

[Rogelio Ruiz Fernández, dr. arquitecto, para scalae]

LOS LOCALES COMO "PUNTI FERMI" DE LA CIUDAD

Tras la cena eran más de las dos y seguíamos sentados en animadísima tertulia y fue entonces, cuando Clemente, que es gallego no vasco, dijo la frase  de la noche: “Hay dos tipos de personas: las que te hacen perder el tiempo y las que hacen que pierdas la noción del tiempo”. También hay dos tipos de locales ¿saben de cuáles hablaremos? 

Pienso estos días que van a arreglar el Dindurra, un cafetón de Gijón de toda la vida hecho por el arquitecto Manuel del Busto en 1931 (comparar con Frank Lloyd Wright y la Johnson Wax de 1936-39), en la tradición española del tiempo atrapado en los cafés. Tendrá que ver con lo mucho que fuimos árabes, con esas anáforas, ese repetir el tiempo con la narguila -cachimba- en los cafés del Cairo de Naguib Mahfuz, con escapar de casa, yo que sé. El otro día me decía, un magnífico conversador mexicano, que ellos aprendieron el español pero que no conoce ningún español que hable el árabe después de tantos siglos de ocupación, lo que demuestra que somos nosotros más torpes. Pero cosas quedaron, y en esos cafetones que van desapareciendo no se perdía el tiempo, sino su noción, en una suerte de ensoñación de derviches.   

Pienso en “La tertulia del Café Pombo”, en “Els quatre Gats”, en el “Café Gijón”, pienso en la absenta parisina, en los cuadros de Toulouse-Lautrec. En el "Greco di Roma". Aquellos victorianos de la India inmensos, con hindúes vestidos, con un hombre sentado al piano…También, cómo no, pienso en “La Colmena”. 

Si una maravilla está en medio del desierto y nadie la ve ¿puede ser patrimonio de alguien? Esta es la verdad resbaladiza que aducen siempre los fachadistas: la ciudad son alzados, el interior es solo patrimonio del morador. Sin embargo estos cafés son interiorismo de todos, espacio de la gente, donde vivió su vida y cultivó amistades, conversaciones, intrigas y romances. Los hemos visto perderse, partirse en trozos su singularidad para albergar en varios locales más pequeños la vulgaridad repetida de una franquicia. Como duele esa gran M de multinacional en el viejo café en la plaza del centro de Porto. "Café brasileira" de Lisboa. En aquellos lo que se repetía era tu imagen en los espejos. "Café Chambon" del hotel Metropole de Bruselas, con el nombre del arquitecto que lo diseñó o allí también "la Mort Subite" cervecería de tradición revolucionaria. O, sí franquicia, pero que bueno el "Wagamama Soho" de David Chipperfield de Piccadilly donde tanto me reí pero que ya estaban reformando la última vez que fui, o en Londres también aquel "Belga Queen" de Alejandro Zaera que no duró ni una primavera y cuando llegué  ya estaba cerrado al poco de publicado. El "Kensington Place" que alegre, o el "Bar Bank". O también las tiendinas primeras de John Pawson y Claudio Silvestrin. El "Café de Unie" de Jacobus Johannes Pieter Oud, en el que estuve hace años y hace poco me enteré que está reconstruido entero tras la guerra. Las obras de interiorismo de José Gómez del Collado en Cangas del Narcea (tras su destierro de Regiones Devastadas), la agencia de viajes de Alison y Peter Smithson, El café girado de Cornelis Van Eesteren, el dúplex de Javier Mariscal en Valencia que tanto fuimos con la vespa de Mauro, con su taburete que esta el MOMA, los locales de Chus Quirós en Oviedo, como aguantan el tiempo. El Ayala de Juan Vallaure.

El "círculo de lectores" de Enric Miralles y Carme Pinós, en Madrid, que acaban de maltratar ¡Manda narices que una compañía de libros no respete la propiedad intelectual! El café de otro círculo, el de Bellas Artes, que exquisitez. Madrid también el Teatriz, hasta hace un mes que lo acaba de cerrar la crisis. El Azulete de Oscar
Tusquets
 y Pepe Cortés que se trago Núñez… Antoni de Moragas no digo más. Rafael de La-Hoz ¡mirad a Córdoba por Dios! El treinta y tres, el Ambigú, Furest. Las cajitas del banco del bar del Mandarín donde me llevó Oscar que había trabajado allí. Todas las oficinas de Arquia de nuestra geografía (Arroyo subacuático, las mallas matemáticas de Llaca, del rigor cautivo Primitivo…) El cabaret Voltaire. Uno que no recuerdo el nombre en Praga, con camareros agitando licores…Los que hace mi amigo Chema (Jose Manuel Martínez) en Pucela que son una pasada (la Central, Mil vinos, el Cantábrico…) y los de Juan Carlos Arnuncio y J. Ignacio Represa “Café Continental”. Los Zuritos. Qué maravilla el Boa Nova en Matosinhos, que a veces llego y está abandonado, pero pronto será reabierto. Fresco Lolita de Langarita y Navarro. El four Seasons del Seagrams de Phillip Johnson, palabras mayores. La Joieria Roca de Josep Lluís Sert que ahora lleva bandera de Tous. Aquella otra con el orejón.

Las de Hans Hollein de Viena: la que parece un decorado de Aida y la que  perfora orgánica la piedra, para que salgan los tubos como de un órgano que nos sigue dando música tras su marcha (las fuimos a ver Toño, Miguel y yo con un citröen AX hace ya casi treinta años). Otra de hace poco, también preciosa, como un costillar gris (Vaillo-Irigaray). "Costillar de madera" es también una peluquería gallega. La Olivetti de Carlo Scarpa de Venecia para perder un día sólo en la escalera o siguiendo teselas. Knize de Adolf Loos. Los Midway Gardens de Frank Lloyd Wright que se ven tan animados en las fotos de época…y el protoguggenheim de San Francisco en la Morris Gift Shop que sigue vivo. Y farmacias de aquellas con los frascos de pociones y brebajes en anaqueles…

¿Porque los planeamientos no contemplan la protección de los locales que son memoria de la gente, aquellos sin los cuales la ciudad no es la misma?  Cuantos bares de copas, derroche de creatividad se destrozan después, cuantos recuerdos guardan. Parece ser que el título de efímero que vinculamos al interiorismo hace que se entienda como menor, como no digno de una conservación que reservamos para otros edificios más urbanos. “Todas las iglesias y capillas…”, así empezaban siempre los catálogos ¿y los bares, restaurantes y cervecerías…? ¿No forman parte de nuestras vidas?

Les tengo que dejar, escribo esto junto a un gran ventanal de guillotina, nadie me apura para que acabe, espejos inclinados, barras gastadas por monedas, de música: fichas de domino rompiendo contra el mármol, ventiladores que se mueven despacio, el periódico, pintura que fue blanca y es crema por lo mucho fumado, bancos corridos, forrados en piel o de madera, vermú solera. ¿Qué es esto? acabo de ver bajo la piedra de las mesas, unas letras grabadas, ¡que sorpresa! 

Rogelio Ruiz Fernandez, dr arquitecto 26 de Abril de 2014

ilustraciones:

ACUARELA EN EL CAFÉ CONTINENTAL DE VALLADOLID 1992 ROGELIO RUIZ FERNANDEZ

 

CAFÉ DINDURRA, MANUEL DEL BUSTO ARQUITECTO GIJON 1940

 

COMPARATIVA CIRCULO DE LECTORES DE MADRID, MIRALLES FOTO EDUARDO ALMALÉ.

 

JOYERIA SCHULLIN, HANS HOLLEIN ARQUITECTO, EN TRES FOTOS DE MIGUEL ALVAREZ GARNERIA, EN VIAJE CON TOÑO SOLORZANO Y ROGELIO RUIZ 1986.

 

CINE AYALA, JUAN VALLAURE ARQUITECTO, OVIEDO 1962

 

CAFÉ EXPRESS, RUIZ FERNANDEZ/MACARIO LUIS GONZALEZ ASTORGA ARQUITECTOS MIERES 1993

fotógrafo JUAN GRELA

 

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