Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano trabajaron por "integrar el edificio histórico en una obra de arte total". La dificultad añadida era "mostrar un arte con una personalidad tan marcada, con su carácter religioso, adecuándolo a los ojos del siglo XXI".
El proyecto ha consistido en la rehabilitación integral tanto del edificio como del equipamiento museístico. En 2008 el Ministerio cambió su nombre: el Museo Nacional de Escultura pasó a denominarse Museo Nacional Colegio de San Gregorio, en referencia al edificio que le da acceso. A escasos metros de la entrada al museo, que se centra en la escultura religiosa renacentista y barroca, se ubica la escultura de Eduardo Chillida "lo profundo es el aire", homenaje a Jorge Guillén y curioso contraste con el contenido del museo.
Proyecto de rehabilitación
El antiguo Colegio de San Gregorio es uno de los edificios más significativos no sólo del patrimonio de Valladolid sino de la arquitectura española de su tiempo. Construido por iniciativa del obispo Fray Alonso de Burgos en 1487 como centro de formación de frailes dominicos, es un ejemplo singular del exuberante estilo hispano – flamenco de finales del siglo XV, Monumento Nacional desde 1884 y sede del Museo de Escultura desde 1933.
La fachada principal, con su portada labrada, atribuida al taller de Gil de Siloé, es uno de sus elementos más espectaculares, junto con el claustro, verdadero núcleo del Colegio. Completaba el conjunto una capilla anexa, construida en 1490 por Juan Guas con la sacristía obra de Simón de Colonia
Tras la desamortización, el edificio fue cuartel, presidio, gobierno civil y oficinas, y sufrió numerosas transformaciones hasta que, tras ser declarado Monumento Nacional en 1884, se restauró del claustro, la portada, los artesonados y la estructura de cubierta. A raiz de la instalación del Museo en 1932 se hicieron nuevas reformas para adaptar el edificio al nuevo uso.
Finalmente se decidió acometer un proyecto de rehabilitación, restauración y ampliación del edificio, con una doble finalidad:
- recuperar y revalorizar los elementos arquitectónicos significativos;
- convertir el edificio en un instrumento de conservación, no sólo de sí mismo, sino de las valiosas colecciones que alberga.
- dotarlo de instalaciones modernas de climatización, iluminación, etc.
- hacer el edificio accesible a personas de movilidad reducida
- habilitar espacios para los servicios necesarios de atención al público.
Tras la convocatoria de un concurso nacional en 2002, la redacción del proyecto fue adjudicada a los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano. Con un criterio de rehabilitación integral el proyecto abordó distintos niveles de intervención:
-Se consolidaron elementos originales (muros de piedra, artesonados estructurales, etc.)
-Se reforzaron o reconstruyeron elementos de importancia, como son la totalidad de las cubiertas, cuya nueva estructura permite albergar la mayor parte del sistema de climatización y control ambiental, así como el registro superior de los artesonados originales de madera.
-Se hicieron galerías de servicio enterradas.
-Finalmente se hicieron nuevas construcciones o ampliaciones: en el llamado “edificio de las Azoteas”, el espacio interior antes arruinado se ha transformado en un nuevo espacio expositivo cuya escala y proporción amplían las posibilidades museográficas hasta ahora existentes; y en un pequeño patio en su día parcialmente ocupado por el aula de Metafísica se proyectó un “Pabellón de accesos” que articula el inicio de los recorridos e incorpora los espacios necesarios para información, taquillas, aseos, guardarropa, etc. Ambas actuaciones manifestaban la voluntad de los arquitectos de establecer un diálogo entre formas y materiales contemporáneos con la arquitectura del pasado mediante la utilización de materiales nobles: madera, piedra caliza, hormigón blanco y cobre, que pertenecen tanto a la historia del edificio original como a la contemporaneidad con la que convive.
El proyecto inserta así un nuevo capítulo en un texto siempre inacabado: la historia de un edificio que contiene la génesis de su propia transformación en el espacio y en el tiempo.
Proyecto museográfico
El proyecto museográfico ha sido redactado, como el de rehabilitación, por el estudio de Nieto-Sobejano. Su diseño ha resuelto brillantemente los retos más difíciles que plantea el carácter monográfico y los formatos de la colección: dar variedad a su presentación, utilizar materiales nobles que tengan afinidad con las piezas pero no compitan con ellas, dar ligereza a unos soportes que a veces han de tener grandes tamaños.
Lo ha logrado por reducción, construyendo soportes expositivos de formas sencillas que, hechos de latón dorado, están cubiertos por una pátina oscura bajo la que aparece, muy amortiguado, el brillo del metal, que contribuye a aliviar visualmente su peso. El tratamiento de las paredes es también clave en la creación de una particular atmósfera: su textura algo rugosa recoge y aterciopela la luz y su aspecto non finito las deja en un plano de discreta neutralidad donde las maderas de los artesonados, la riqueza y el brillo de la esculturas policromadas y doradas cobran todo su relieve.
Especial cuidado se ha prestado también a la relación entre las piezas y el espacio de las salas, y especialmente a las alturas y distancias de exposición, buscando la cercanía comunicativa con el espectador.
Sobre el fondo silencioso de este nuevo escenario, elegante y estrictamente contemporáneo, la riqueza material y emotiva de la colección revela nuevos matices artísticos y humanos.