Parece que la crisis nos ha hecho reaccionar y eso se nota en el triunfo de una arquitectura más rigurosa, sostenible y alejada de la estética del espectáculo. Algo está cambiando.
El año 2011 comienza con la puesta en marcha de la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, que al igual que el MetroPol Parasol de Sevilla (monumento del arquitecto Jurgen Mayer) o el centro Niemeyer (ofrenda de Avilés a la arquitectura del brasileño), nacen ya caducos, pertenecientes a una época ya pasada, época de grandes inversiones públicas tras la búsqueda de grandes referencias de firmas internacionales.
Pero tal vez estos fueron los últimos resquicios de un ciclo. La crisis ha provocado un cambio. Ahora se busca construir buena arquitectura, personalizada y no exclusiva. Una arquitectura con cabida para el cuidado del medioambiente. Nieto Sobejano, Barozzi y Veiga, Sancho y Madridejos, Selgas y Cano, y otros muchos arquitectos españoles, buscan ser los guías de un nuevo camino que sentaba las bases durante el 2011.
El último informe de la ONU asegura que la arquitectura es la primera causa de cambio climático. Las ciudades consumen el 80% de la energía del planeta por lo que los arquitectos somos responsables… la arquitectura de vanguardia y lo verde son uno. «El futuro está en observar la manera en la que diseña la naturaleza», como afirma Enric Ruiz-Geli.
Durante todo el año que dejamos atrás, ya se trabajó en este camino y en el de afrontar la necesidad de hacer desaparecer la frontera entre el exclusivo buen hacer y “todo lo demás”. Lo mejor del 2011 está en esa línea. Una parte importante de los arquitectos siente que ha llegado el momento de preocuparse por ese 95% de lo construido que quedaba, supuestamente, fuera de la arquitectura. Se unen así dos problemas, o quizás dos caminos que llevan a las respuestas: Arquitectura como algo más que construcción, y sostenibilidad.
Por eso, si hay un factor que influirá en el futuro de la arquitectura es la sostenibilidad. Factor que se convertirá en el fundamento de las construcciones. Se busca optimizar los recursos naturales y los sistemas de edificación bajo cinco fundamentos:
- Tener en cuenta las condiciones climáticas, la hidrografía y los ecosistemas del entorno.
- Moderar el uso de materiales de construcción.
- Reducir el consumo de energía para calefacción, refrigeración e iluminación.
- Minimizar el balance energético global del edificio.
- Lograr confort higrotérmico, iluminación y habitabilidad.
En esta línea se mueven actualmente muchos estudios. Un sector con altos niveles de paro, por lo que estamos obligados a reflexionar. En medio de esta redefinición profesional cada vez hay más proyectistas que, lejos de aspirar a convertirse en artistas del mundo, intentan hablarle al mundo desde las obras que firman en su región. Tiempo para pensarlas, tiempo para visitarlas y distancias cabales para hacerlo, son las nuevas medidas que barajan los arquitectos. Si la arquitectura de altos vuelos regresa para cuidar nuestras casas mejorarán los barrios. Y habrá mejores ciudades. Como Vitoria.
Una ciudad que ve materializado un cambio con un nombramiento: “Capital Verde Europea”. «Un deseo es que 2012 sirva, no solo para fomentar las políticas verdes, sino como reconocimiento a una trayectoria discreta que ha llevado muchos años, para que los ciudadanos sientan orgullo de su ciudad», ha destacado el alcalde.
Además , muchos de los premios concedidos este año apoyan estas vías, como el reconocimiento a la labor reconstructiva de Chipperfield en el Museo de Berlín con el Mies van der Rohe; la innovación tecnológica del Media Tic de Ruiz Geli con el premio Wan, el RIBA honorífico a Mangado y Ferrater, la medalla de honor de la AIA americana a Steven Holl, o muy especialmente, el premio Pritzker al arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura, reconociendo así la excelente labor arquitectónica, sensible, responsable y rigurosa del arquitecto portugués, que en España celebramos como propia, por afinidades, proximidad y afecto.