Pistas para entender la revolución digital I
15 de julio de 2009

Son pocos los que hoy se cuestionan la conveniencia de aparecer en Internet. Más allá de los medios no oficiales pioneros en el uso de estas herramientas, empresas o estudios de arquitectura, que hace tiempo asumieron la presencia en Internet como una necesidad, las instituciones o los eventos oficiales toman el testigo para difundir sus actividades por esta vía. Eso lo han entendido bien la X Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo o el reciente Congreso de Arquitectos, convocado por el CSCAE, cuyas webs van más allá de proporcionar información oficial o  el clásico formulario de contacto y además recogen todo tipo de comunicaciones y testimonios, ampliando de este modo el eco que tuviesen los eventos en su día. Sin embargo, a pesar de lo anteriormente comentado, no es menos cierto que no solo no existe consenso en cuanto al papel que deben jugar estos nuevos medios, sino que existe un temor generalizado acerca de cual debe de ser su relación con los ya conocidos (y dominados) medios tradicionales. Los ejemplos más recientes los tenemos en las declaraciones de Iñaki Ábalos para el congreso de arquitectos, en las que pone en duda el modelo de la crítica de las revistas pero especialmente el de los blogs, el reciente número de Arquitectura Viva titulado "Banda ancha" cuyo editorial de Luis Fernández-Galiano empieza con un elocuente "No puedo fingir familiaridad con la revolución digital" o el temor manifestado (a veces tácitamente) por la mayoría de los representantes de los medios escritos presentes en el I Campus de Ultzama hace unas semanas.

Son conocidas, y no exentas de cierto fundamento, las críticas que se vierten desde determinados sectores hacia el hiperdesarrollado hermano pequeño de los medios informativos tales como que "cualquiera puede escribir cualquier cosa" o que "Internet fomenta el anonimato y la descalificación". Sin embargo muchas de ellas ocultan un recelo que no está tan relacionado con el hecho de que quizá por primera vez puedan perder un nicho de mercado que les era indiscutible sino con que se trata de algo desconocido y, por tanto, no controlado. Es cierto que Internet presenta sustanciales diferencias frente a los medios impresos tales como su mayor velocidad, los menores costes (si bien no son despreciables como mucha gente cree erróneamente), o que, al no tratarse de un único medio, sino de un multimedio, permite incorporar vídeos, audio… y ofrece, por tanto, nuevas fórmulas de comunicación, pero en efecto puede que una de las particularidades más notables sea que lleva el conocimiento y la voz hacia un número mucho mayor de personas, algo que, por otra parte, debería ser siempre motivo de celebración. Pero nos guste o no, Internet está aquí para quedarse, tal y como demuestra el crecimiento de usuarios en España, que si bien se ha frenado un poco, en los últimos años rondaba el 45%, y si esto es así, lo más sensato es conocer sus particularidades para poder beneficiarse de las ventajas que aporta.

Seguramente la mayor particularidad de Internet, o mejor dicho, de las webs 2.0, es el cambio de paradigma en el que los visitantes pueden aportar contenido y se convierten, por tanto, en emisores. Es decir las webs 2.0 son las que dotan de un papel activo a aquellos que antes eran pasivos y eso implica que se rompe la relación clásica y unidireccional entre emisor y receptor. Esto tiene varias consecuencias positivas pero también negativas. Entre las primeras están que por un lado cualquier persona, de cualquier lugar del mundo, condición, nivel de estudios o económicos… puede expresarse y compartir su conocimiento con facilidad y en igualdad de condiciones (al menos a nivel teórico).  Por otro lado, las informaciones publicadas en un sitio 2.0 estarán continuamente sujetas a examen por los lectores, quienes podrán enmendarlas o complementarlas si se da el caso, con lo cual serán mucho más fiables y completas. Mientras que las consecuencias negativas están relacionadas con la enorme facilidad que supone poder publicar cualquier cosa por cualquier persona ya que implica, por una parte, que se publique mucha más información (generándose mucho ruido informativo) y por otra que haya más probabilidades de que esta sea imprecisa o incluso errónea, ya sea por interés, por desconocimiento o por descuido. Ya no importa tanto si se tiene algo que contar o si se está capacitado para hacerlo sino que precisamente porque se puede hacer, se hace.

De este rápido análisis a las webs 2.0 podrían obtenerse tres tipos de conclusiones: una en términos generales, otra desde el punto de vista del lector y otra desde el punto de vista del emisor. En términos generales es posible decir que las reglas del juego han cambiado radicalmente, y con ellas el paradigma de modelo informativo y de aprendizaje. En el modelo anterior las informaciones que nos llegaban pasaban por muchos filtros antes de ver la luz, por lo tanto la calidad de las informaciones se presuponía y estaba en cierta manera garantizada. En este nuevo modelo simplemente basta tener acceso a Internet, interés por decir algo y elegir uno de los millones de sitios web que existen para hacerlo o, por qué no, crear uno propio. Como receptores estamos obligados a someter a juicio todo lo que leamos para poder posicionarnos, y por tanto aprender a desarrollar un criterio propio que permita discriminar la información, filtrarla y elegir aquella que es fiel a la realidad y no esconde subterfugios. Por último, como medios hay que ser conscientes de la responsabilidad asumida y ejercerla con honestidad. Frente a la gran cantidad de competencia, muchas veces difícil de detectar debido a la extendida costumbre del copia-pega, es importante posicionarse y proporcionar valor añadido indiscutible difícilmente exportable y velar porque la información mostrada sea fidedigna.

Sin pretensión de sentar cátedra, pues son muchas las maneras de posicionarse para conseguir estos objetivos y probablemente la mayoría sean acertadas, en Scalae nos hemos distinguido desde siempre por hacer nuestro trabajo de forma meticulosa y con mimo para dar voz a los propios arquitectos y por investigar nuevas formas y medios de comunicación que permitan potenciar el trabajo realizado. Ya sea en las conversaciones que recogen los podcast Scalae, las noticias y eventos, los documentos o los medios que dominamos, siempre se diluye nuestra presencia para que sean los arquitectos quienes se expresan directamente, casi sin intermediación. Otras señas de identidad de Scalae son el rigor con el que tratamos toda la información que generamos, contrastar las fuentes y complementar la información contactando directamente con los implicados, citar las fuentes consultadas, contextualizar la información (como quedó patente  del Espacio Europeo de Educación Superior)… o incluso complementar la información gracias a los comentarios que recibimos por parte de nuestros lectores. Somos conscientes que al tomar esta posición estamos renunciando a una de las ventajas que ofrece Internet, la inmediatez, con tal de dar mayor vigencia a todos nuestros documentos pero se trata sin duda por una apuesta clara por este medio y un compromiso claro y honesto con nuestro trabajo que esperamos poder desarrollar por mucho tiempo. Las cartas están sobre la mesa.

 

por Carlos Cámara

Agentes: Carlos Cámara
Autoría de la imagen: Wikimedia Commons