[por Juan Antonio Ros, para SCALAE]
El artista gráfico californiano Mike Giant (G!) diseñó en 2011 la portada de neighborhoods, sexto álbum de la banda californiana Blink 182. A través de la misma, G! trataba de reflejar la tremenda diversidad de caracteres e intereses existentes entre los tres integrantes del grupo, Tom DeLonge, Mark Hoppus y Travis Barker. Tal y como ocurre entre vecindarios de una misma ciudad, que si bien son parte de lo mismo, lindan y establecen sinergias unos con otros al tiempo que resultan ser radicalmente distintos como entidades aisladas. Claramente, ésta cuestión resulta ser intrínseca a la mayoría de urbes de cierto tamaño pero se acentúa especialmente en alguna de ellas, entre las cuales se encuentra Lisboa. Persiguiendo con insistencia el símil discográfico, mientras neighborhoods es un LP (Long Play) de diez temas, la capital portuguesa podría asimilarse a un EP (Extended Play) compuesto por cuatro temas y su particular bonus track.
TRACK 01: La Baixa.
TRACK 02: Chiado + Bairro Alto.
TRACK 03: La Alfama.
TRACK 04: Belém.
BONUS TRACK: Parque de las Naciones.
Durante los dos años que duró el proceso de grabación de neighborhoods -efectuado a caballo entre San Diego y Los Ángeles- existieron varios momentos de inflexión que motivaron el carácter definitivo del disco, si bien temas como Up all night habían sido concebidos previamente y apenas sufrieron modificaciones. Algo similar sucede con nuestro particular Track 02, ya que pese al terremoto que asoló Lisboa en 1755 y cambió por completo la configuración urbanística de la ciudad, el Bairro Alto lisboeta apenas vio modificada su morfología -cumplió cinco siglos en 2013-, si bien el perfil de sus habitantes así como la actividad desarrollada en sus empedradas y angostas calles han ido mutando sustancialmente con el paso del tiempo. Tal y como la desaparición de Jerry Finn -productor de Blink 182 hasta 2008- supuso cambios sustanciales en el estilo de la banda, la concesión a Lisboa de la capitalidad europea en 1994 significó una importante intervención sobre el distrito, que conseguiría poner freno a la degradación progresiva acontecida en los años 70 y 80 del siglo XX. Hoy en día, sus casi 6.000 habitantes se mezclan con los inquilinos puntuales de más de un millar de plazas hoteleras que ocupan parte de su parque edificado. Esta circunstancia invita a pensar que quizá Bairro Alto es uno más de esos pedazos de casco histórico europeos que -al menos de forma parcial- puede transformarse en una especie de parque temático orientado al turista. Sin embargo, su mutabilidad hace que a día de hoy este hecho no se haya consumado. Durante el día bajos, locales y hasta los propios zaguanes de las viviendas se convierten en pequeños comercios con intensa actividad -regentados en buena parte por gente joven- y dedicados a sectores de lo más variopinto, que van mucho más allá de lo meramente turístico. Al caer el sol, restaurantes, bares y pubs adoptan un papel más que protagonista y Bairro Alto se convierte en un hervidero de individuos consignados al ocio nocturno. Esta hibridación entre actividades en un área con topografía agreste y una población sustancialmente envejecida, han dado lugar a una suerte de equilibrio de fuerzas que evita la ‘museización’ del barrio y lo convierte en un entorno familiar para propios y extraños. Variables tremendamente dispares que sin embargo y al igual que DeLonge, Hoppus y Barker configuran un conjunto entrañable y difícilmente replicable.
Ciudad: Lisboa
Autoría de la imagen: Álvaro Cortés