17 de noviembre de 2008

«La vanidad de los arquitectos se une la de los políticos, deben ser los ingenieros quienes devuelvan los pies de todos ellos a la tierra» afirma.

Aparece en la sección de Cultura de el “El País” una entrevista a Jörg Schlaich, primer Premio de Ingeniería Civil José Entrecanales Ibarra dónde se afirma que para que haya progreso, todo tiene que funcionar con eficiencia.

La cubierta de las instalaciones olímpicas de Munich son quizás su intervención más conocida y, ahora, su equipo participa en la construcción de la Torre de la Libertad, que está levantando en el solar que ocuparon las Torres Gemelas en Nueva York. En España, el ingeniero ha dejado su firma en las cubiertas móviles de la plaza de toros de Zaragoza, la de Vista Alegre en Carabanchel (Madrid) o la del Palacio de Comunicaciones de Madrid.

En vísperas de recibir el galardón, Schlaich afirma que «los ingenieros tienen una responsabilidad social y cultural. Un puente o un túnel pueden destrozar el medio ambiente que los rodean… ¡o embellecerlo!» y lanza una directísima crítica a quienes llama «arquitectos estrella», que viajan por todo el mundo en busca del proyecto más espectacular. «Me asusta la competición que se ha desatado en distintos países para ver quién construye el rascacielos más alto». Y cita el caso de la compañía gasista rusa Gazprom, que a finales de 2006 convocó un concurso internacional para adjudicar el proyecto su nueva sede en San Petersburgo. A él se presentó lo más florido de la jet set de la arquitectura (Jean Nouvel, Herzog & de Meuron, Massimiliano Fuksas, Rem Koolhaas and Daniel Libeskind, entre otros) Al final, la firma británica RMJM se llevó el gato al agua con un rascacielos de 396 metros de altura. «¡Ese edificio es una locura! ¡Destrozará una de las ciudades culturales más importantes de Europa!», se lamenta Schlaich.

A la vanidad de los arquitectos se une la de los políticos y, en su opinión, deben ser los ingenieros quienes devuelvan los pies de todos ellos a la tierra. «Para construir un puente basta colocar vigas y columnas», explica mientras dibuja en un papel unas sencillas líneas. «Lo difícil para el ingeniero es construir un puente que sea bonito, dentro de unos límites razonables, sin perder nunca de vista su funcionalidad».

Schlaich se dedica actualmente a promover proyectos de ingeniería con objetivos de desarrollo para los dos problemas más urgentes de nuestro tiempo: la pobreza del Tercer Mundo y el cambio climático. «Ambos dependen de la energía y se pueden resolver con una energía limpia, inexhaustible y sostenible». Y ofrece una respuesta: un tipo de torre solar diseñado por Schlaich cuyo prototipo se construyó en la década de los ochenta en Manzanares.

Ref.

Jörg Schlaich [http://www.sbp.de/en/fla/mittig.html]

Fuente: Centro de Enlace AE, BCN

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