Extracto de la entrevista de Orhan Ayyüce a Sir Peter Cook sobre la enseñanza de Arquitectura en Norte América
OA- En la conferencia habló brevemente del estado de la educación arquitectónica a través de los proyectos de los estudiantes. ¿Qué opina, como profesor, al respecto?
PC- Creo que la formación arquitectónica está en un momento duro y no lo quiere reconocer… Muchas de las personas que están oficialmente en la educación no quieren ver este problema, porque muchos de ellos no se dedican realmente a hacer arquitectura. Cuando empecé a estudiar arquitectura, los profesores eran en su mayoría arquitectos que además enseñaban. En la mayoría de Escuelas de América del Norte, las personas de la que están en lado académico solo están interesados en la arquitectura de un modo secundario. Y lo que no soporto es que la gente que realmente puede enseñar arquitectura se dejan al margen en las universidades…
Y creo que es una tragedia…
No creo que haya una vuelta atrás en eso, porque de algún modo, la gente que los aparta son los que tienen el poder… Lo hacen en su propio interés, para perpetuar un sistema en el que consigues veteranía y poder para decidir quién puede dar clase, te conviertes en un “profesor de la Escuela de arquitectura”…
Desgracidamente, gente como John Hejduk ya no están. Y la mayoría de gente que gestiona las Escuelas son académicos que han encontrado el cielo abierto en la universidad.
OA- ¿Cómo describiría la enseñanza de arquitectura en las universidades americanas?
PC- En América, a lo largo de los años, la “teoría” se ha convertido en el pilar central de el sistema de la Escuela. Muchos arquitectos tienen complejo de inferioridad como intelectuales y eso se les atraganta. Se les forma para que se sientan inferiores, que tengan paraoinas y frustraciones como artistas creativos, inculcados por intelectuales que no son arquitectos. En cierto modo, esto pasa en todo el mundo. Además, muchos de los mejores arquitectos no están interesados en la enseñanza. Están demasiado ocupados en su trabajo. Y los mantienen alejados de las escuelas, porque podrían inspirar demasiado a los estudiantes con sus opiniones y su conocimiento práctico…
Parece una conspiración. Al menos, me gustaría mencionar esta palabra en la conversación, para llamar la atención sobre este aspecto.
OA- Las Escuelas de arquitectura solían ser más liberales, en el sentido de que había más ideas e ideologías. Los profesores y los alumnos solían discutir sus opiniones contrarias. Ahora se ajustan a una educación en la que solo se enseña aquello que ya está demostrado. Las áreas muy especializadas se han convertido en departamentos en la Escuela. En lugar de crear edificios, se han creado departamentos. ¿Cómo hemos llegado a esto?
PC- Las Escuelas de arquitectura no son para nada liberales… Creo que los arquitectos se han metido solitos en la trampa al permitir que esto sucediese. Para sentirse más respetables, han creado esta vía de extra credibilidad dejándose atrapar por el ambiente de la posición del profesor. También pienso que la naturaleza de las Escuelas ha cambiado. Como en todos los campos, la gente quiere complicaciones… Por ejemplo, másters complicados, etcétera. Cuando yo estaba en la facultad, se tenía un objetivo: convertirse en arquitecto. Un título mínimo era suficiente. Ahora se oye a la gente decir: “Tengo mi primera carrera de esto, la segunda de lo otro…”. Incluso conozco a arquitectos muy interesantes de Londres que tienen 34 ó 35 años y están haciendo un doctorado. Son muy buenos arquitectos, pero su trabajo arquitectónico se ralentiza durante esos últimos años. El hecho de tener un doctorado les pone en una posición fuerte de superviviencia a través de la enseñanza, pero les quita la mejor época para hacer sus mejores obras. Esto no es tan atípico. En mi opinión, a mucha gente interesante se les deja de lado porque son fuera de lo común, ya que plantean ideas directamente, cosa que les deja fuera.
OA- De lo que me he dado cuenta es que los estudiantes son muy buenos usando el ordenador. Consiguen autosatisfacción inmediata de los renders. He visto a estudiantes proyectando un edifico como si solo fuese forma y trabajando continuamente en la “forma”, dándole vueltas una y otra vez delante de la pantalla del ordenador. Como un tic nervioso o una extraña obsesión… En algunos casos, les he tenido que pedir que se fijen menos en el objeto y más en el proyecto del edificio. Les costó mucho relacionar el edificio con la ciudad. Tanto si se genera con el ordenador como si no, la “forma por la forma” me aburre mucho. ¿Qué piensa usted al respecto?
PC- Por un lado, me encantan algunas de las herramientas digitales que hay, como las tres dimensiones, pero también me aburren los resultados inmediatos. Es como hacerse un traje al momento, con el que todo el mundo esté contento. De hecho, un traje bueno necesita algunos ingredientes especiales. También existe la posibilidad que dentro de cinco años todo el mundo se aburra de estas imágenes familiares generadas por ordenador. Hace 100 años la lámina de vidrio se utilizaba mucho en arquitectura, era el ingrediente principal. Quizás los diseños digitales son las láminas de vidrio de nuestra época. Además, también hay algunos diseños digitales maravillosos.
OA- Hablemos de su trabajo en Austria. ¿Utilizó las nuevas tecnologías en sus primeros diseños?
PC- No empezó como algo digital. Se ha ido realizando con nuevas tecnologías, pero está hecho como cualquier otro edificio.
OA- Tiene como un aspecto como de medio de comunicación, con todos los sistemas de información integrados en la piel. Parece un periódico actualizado, como si el edificio fuese un centro de información.
PC- Es curioso que digas eso. Cuando se inauguró, estaba dando clases en Barlett y con mi grupo de Máster fuimos a visitar Graz. Era la primera vez en la que me encontraba en la situación de tener a mis estudiantes ante un edificio hecho por mí. Es una situación curiosa, en la que nunca me había encontrado. Había llevado a estudiantes más jóvenes a un pequeño edificio que hice en Berlín, que ya llevaba abierto un tiemo, así que fue un poco menos dramático. Pero en ese momento, con un grupo mayor de alumnos y con un edificio tan “fresco”… La mitad de ellos intentaron hacer un edificio así en sus proyectos. Pensaron “esto es lo que hace el profesor Cook y eso es lo que
tenemos que hacer”.
Era tedioso, porque yo no quiero clones…
OA- Eso me recuerda otra cosa. En la Escuela de arquitectura de Los Ángeles hay un día en el que los alumnos muestran sus proyectos. Entonces, miras los proyectos y, sin leer, sabes quién ha sido su profesor.
PC- ¿Esto le ha pasado recientemente?
OA- Sí, y estoy seguro de que pasa en muchos sitios más. Es muy común lo de contratar a ciertos profesores para atraer a nuevos estudiantes. Se ha convertido en un negocio. Me pregunto qué Escuela será la primera en abrir una sucursal en Abu Dhabi, siguiendo los pasos de la NYU.
PC- Son franquicias…
OA- La enseñanza de arquitectura se ha convertido en un negocio. En el momento en el que un estudiante se gradúa, pueden tener una deuda de hasta 150.000$ con la Escuela…
PC- Quieren un producto garantizado… Hay una cultura del “estudiante brillante” en las escuelas. Esto les hace escoger cierto tipo de estudio, de software, de compañeros, incluso de novio o novia. Pero no lo hacen porque les apetece. Lo hacen porque saben que les da un perfil concreto que les lleva a tener conexiones con ciertos arquitectos. Y siguen un camino marcado que quizás les lleve a la oficina de Zaha. También pasa en Barlett, que tienen conexiones con la oficina de Foster…
OA- ¿Y qué pasa con el estudiante que quiere criticar el sistema y cuestionarse cosas?
PC- Bueno, de hecho los estudios más interesantes buscan a estos excéntricos y les animan. Y esto sorprende a los estudiantes más organizados. A los buenos profesores les gustan y apoyan las rarezas, porque estimulan a los estudiantes. Por el contrario, los malos profesores quieren copias de sí mismos.
Ref.
Entrevista completa en inglés [archinect.com]
Peter Cook [www.bartlett.ucl.ac.uk]
Fuente: Centro de Enlace AE, BCN