El pasado sábado 15 de julio a la 1 del mediodía moría Kazuo Shinohara en un hospital de Tokio a los 81 años después de una larga y progresiva enfermedad. Quiso que su funeral fuera estrictamente limitado a los familiares más próximos, sin ninguna ceremonia religiosa, sin nigún ritual ni memento. A pesar de ello el Politécnico de Tokio prepara una conmemoración del que fue su más célebre profesor de proyectos y arquitecto del edificio que simboliza los cien años de su fundación.
Kazuo Shinohara siempre fue un arquitecto atípico, esquivo a las modas y a las maneras comunes, y quizá por ello mismo tuvo una influencia que se puede rastrear en Sejima, Ito, Hasegawa, Sakamoto y una nueva hornada de arquitectos jóvenes. SI en los años sesenta reivindicaba la casa como obra de arte en la época de la arquitectura cambiante de los metabolistas, en los postmodernos y formalistas años ochenta reivindicó la ciudad japonesa actual como expresión de la vitalidad del ser humano, abriendo un camino de relectura del caos urbano y, de paso, de redención de la ciudad real que todavía hoy sigue su recorrido. Aunque fue mayoritariamente un arquitecto de pequeñas residencias unifamiliares, en todos los casos imprimió a sus trabajos una intensidad que buscaba una revelación de la emoción en el espacio.
Apartado de la actividad proyectual desde hace una década, en los últimos tiempos diseñó una mínima cabaña de montaña para sí mismo y para sus hijas que está a punto de ser terminada en la localidad de Tateshima, en la provincia de Nagano. Por lo demás, vivía solo en Yokohama dedicado a la recopilación de su obra escrita, que apareció en forma resumida el año 2004 bajo el título de «Aforismos. Comentarios de Kazuo Shinohara sobre el espacio».
Fuente: Centro de Enlace AE BCN