19 de diciembre de 2012

Principios y procesos de una situación plural.
Sobre la mayoría que es como Juanjo y no como los «otros» o los otros «otros», que son minoría excepcional o insolidaria, pero minoría; tanto que algún día se estudiará como abuso, ejemplo de extorsión colectiva y prototipo de actitud ilegal el beneficio exagerado, hueco y financiero de los otros «otros», los insolidarios, y como escaso lo excepcional, mientras antropólogos y estudiosos de las civilizaciones peinen con sus cepillos como representativo el trabajo de quienes, como Juanjo, se ocuparon de los lugares donde viven quienes mantienen el contacto con la vida, la inmensa mayoría de todos los demás…

Para Juan José, Juanjo, el fin del ciclo milenario actual*, el fin del mundo de la predicción maya, ocurrió el día que salió de una escuela de arquitectura que le pareció innecesariamente dura, erráticamente injusta, mala -tal y como la argumenta en el podcast que recoge su historia de héroe-, pero que le propició algún que otro buen profesor y un título: el título de arquitecto superior. Y no ocurrió para mal: simplemente la vida anticipó para él y para miles de arquitectos españoles un constante fin de ciclo que ahora perciben quienes Juanjo considera «los otros arquitectos, de otros planetas».

En el universo cotidiano de Juanjo los «otros» son por una parte aquellos de los que sabe por las noticias de la prensa cultural, lee en libros y revistas que compra periódica, pulcra y ordenadamente o son referencia, por sus obras, en los cursos de estructuras, instalaciones, rehabilitación y actualización profesional que año tras año cursa en el colegio de arquitectos. En su universo, también y por otra parte, deambulan otros «otros» de los que sabe por las noticias de la prensa de sucesos, sufre por sus insolidarias obras cuando circula por las urbanizaciones y polígonos costeros del mediterráneo español, donde vive, o cuando pasea por la capital levantina que, como Juanjo, ha debido acostumbrarse a la convivencia con fallas gigantes permanentes que no han de quemarse por ser patrimonio público, pero terminarán quemadas o abandonadas por su insoportablemente injustificado mantenimiento. Otros «otros», para él, que son referencia por su activa implicación en escándalos medioambientales o financieros denunciados con escasa gracia ni consecuencia en reportajes y noticias televisivos de programas nocturnos.

Sin embargo ni las oportunidades ni su personal sentido de la moral y el oficio le han permitido poder considerarse uno de los «otros», ni tampoco otro de los otros «otros», que considera una minoría. Y lo es. Como mucho, entre otros y otros, el 10%.

Para Juanjo la mayoría son gente como él, profesionales que saben y cumplen normativas, ordenanzas y códigos que afectan a la arquitectura que usan cotidianamente sus conciudadanos. Una arquitectura anónima que se construye, capa tras capa, sobre la que ya existe. Juanjo sabe que las ciudades de dentro de doscientos años incluirán las ciudades que ahora tenemos, no las sustituirán. Juanjo es un experto en (re)habilitación, en el contexto rural y no metropolitano español, que soporta la actual e injusta escasez pero no entiende de crisis porque para él la vida siempre ha sido trabajo, duro, y así sigue siendo hoy, cuando -a pesar de creer que ha debido renunciar a mejores objetivos- su gente le dice y agradece que, por él y por su trabajo como arquitecto, viven «de cine».

Juanjo es parte de la mayoría, una mayoría silenciosa, próxima… humana: el 90% de los arquitectos españoles de oficio, que cuando, a micrófono apagado, es requerido sobre los síntomas y procesos de un cambio que para el lleva muchos años en marcha contesta primero con un silencio para después simplemente decir: «faltan crítica y autocrítica, pero no de escaparate, sino de lo que niega y rechaza el corazón o de lo que no saben hacer las manos y debieran saber». Juanjo es sabio y ofrece una gran lección, día a día, como la mayoría de los arquitectos españoles. Para él y los suyos lo excepcional, pero no un problema, son los «otros» y, lo inaceptable por que si son un problema, los otros «otros». De Juanjos hay que hablar, y hablaremos, cuando nos preguntemos por los horizontes de una rehabilitación profesional, universitaria y social que conocen bien los arquitectos de cabecera, de pueblo. Mejor que hablar: escuchen a Juanjo antes, luego hablamos.

*las efemérides han regalado la casualidad de editoriales con entrada y salida casi idénticos, como este mismo o el de tan apenas ayer de n+1. Algo, común a todos, se mueve en el aire…

 

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