JJGG, Juanjo Gil Gimeno, cuenta despacio, sin sobresaltos, la historia de alguien que pudo ser agricultor -y de hecho termina por serlo, sin haber dejado de serlo jamás- o abogado en un lugar donde el cultivo de seda dio paso al naranjo de explotación intensiva y, después, a las cercanas urbanizaciones de costa y turismo. Su opción personal, que busca la mirada con templanza, con la ayuda de su carácter, permanece alejada de quienes únicamente buscan el beneficio sin poder mirar a los ojos. Una actitud que le ha llevado a ir «haciendo las tareas» de quien quiere ser útil a los suyos: formarse constantemente, asumir que ha de poder ocuparse de todo para escuchar y atender las necesidades ajenas dejando que éstas, junto con las costumbres del lugar, den lugar a una arquitectura en la que la autoría es compartida a medias con sus habitantes. Nunca ha echado la cuenta de su propio coste personal, el precio de ser o ejercer como arquitecto de «su gente», prefiere no hacerlo, vive bien y hojea con curiosidad y placer libros y revistas que muestran otras arquitecturas, «de otro planeta». Sin embargo, cuando se atreve y pregunta llega a saber que aquellos que habitan las construciones que han pasado por sus manos, muchas de ellas (re)habilitaciones, viven «de cine». Y… ¿qué mas se puede pedir?
Historias de héroes: un arquitecto de cabecera en un pueblo valenciano
19 de diciembre de 2012