21 de diciembre de 2012

 Hace un tiempo fue publicada en un periódico local esta imagen donde el río Huerva recorría el actual eje de la Gran Vía de forma natural. Hoy muchos de estos espacios han quedado ocultos por la violenta necesidad que nuestras ciudades en este último siglo han tenido de dar prioridad a la movilidad de las gentes frente a la costosa tarea de mediar y hacer posible la convivencia de dos situaciones tan distintas pero en ningún caso irreconciliables.

El río Huerva atraviesa silenciosamente la ciudad de Zaragoza y en su transcurso por la misma ha sido fiel testigo del abrumador proceso de urbanización de esta pasado siglo XX que conscientemente ha ido escondiendo y dejando en un nivel inhabitable gran parte de estos espacios donde naturaleza y ciudad se encuentran. Espacios a partir de los cuales surgen situaciones singulares capaces de explorar la resolución de los mismos y el cosido de la trama de ciudad a la que pertenecen.

Actualmente la Sede del Servicio de Medio Ambiente -edificación firmada por el despacho MagénArquitectos- acoge una exposición de PFC dirigidos por el arquitecto y profesor de la ETSAUN Julio Clúa donde distintas propuestas afirman la creciente necesidad de exploración de este tipo de espacios y situaciones que muestran cierto escepticismo ante el actual modelo y la posibilidad brindada mediante operaciones de cosido de poner en valor lo que ellos mismos denominan como "la diagonal verde del centro de la ciudad". Es en esta trama singular donde los proyectos han tratado de entender un lugar que ha sido capaz de aglutinar el paradigma del urbanismo de este último siglo y que espera saber cual va a ser su destino en el urbanismo que ha de llegar.

 

Quizás sea justo admitir algunas de las actuales premisas que han entendido como necesario el cubrimiento de uno de los ejes vertebradores más importantes de la ciudad, dejando oculto bajo el mismo el cauce fluvial, pero no se deben olvidar ni dejar de poner en cuestión cada día estos espacios singulares y así estar preparados y dispuestos con las herramientas adecuadas para las actuaciones venideras.

 

Gracias a exposiciones como esta, impulsadas por escuelas de arquitectura, queda sembrado un principio de discusión al cual nos deberemos agarrar y convertir a los mismos en modelos útiles a estudiar en un futuro temprano y que seguro se irán sumando a nuevas situaciones y relaciones más acordes con los espacios comunes de la sociedad de un tiempo concreto.

 

Claros ejemplos como el envejecimiento de las vigas que cubren el paseo de la Constitución -eje apoyado también sobre el mismo cauce fluvial- deberían recurrir o por lo menos acercarse a estas propuestas que discuten y tratan de resolver estos espacios en peligro de extinción dentro de la metrópolis, donde el término "naturaleza" algún día no encontrará ningún tipo de reflejo si no ponemos remedio.

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