El director Steven Soderbergh cierra, en el año 2000, la segunda etapa de su carrera, en que se consolida, con los films Erin Brockovich y Traffic, como un autor de cine comercial capaz de compatibilizar las exigencias de una producción de alto presupuesto con las inquietudes propias de alguien que usa el cine como proyecto personal. Soderbergh descansa trabajando, y, para celebrar el éxito de estas producciones, decide embarcarse en un proyecto que, antes que nada, le permita divertirse con sus amigos. El resultado de esto es el filme Ocean’s Eleven, un remake del film de 1960 del mismo título, dirigido por Lewis Milestone y protagonizado por Frank Sinatra.
Ocean’s Eleven es un filme coral delante y detrás de la pantalla: filme híbrido que pivota entre la comedia y el thriller, describe el robo simultáneo de tres casinos de Las Vegas por parte de un grupo de once ladrones y timadores que se terminarán repartiendo el botín a partes iguales. Sin la colaboración de todos rindiendo al máximo de sus habilidades el robo no se podrá llevar a término. El proceso de rodaje de la película fue igualmente coral: sin el concurso de los propios actores, de los productores, del músico David Holmes, prácticamente debutante en el campo de las bandas sonoras, o del diseñador de producción Philip Messina, sin la posibilidad de que el mismo Soderbergh, firmando con seudónimo, se pueda ocupar de la dirección de fotografía, la película no habría podido mantener el tono desenfadado que la caracteriza y la convierte en la artistificación de una broma entre amigos.
Del mismo modo, el Workshop RCR-LABA no podría funcionar sin una serie de responsables que mantengan su tono trabajando en equipo, poniendo las bases no tanto para enseñar (aparte de unas cuantas conferencias, la carga teórica del workshop es muy sutil) como para que los participantes aprendan. Se dan herramientas, se muestran proyectos in situ, se encarga trabajo (mucho trabajo) y se ofrecen recursos para la dispersión. A partir de aquí, cada uno ha de seguir su camino. Porque esta es la naturaleza de la enseñanza: el aprendizaje se digiere en solitario, reflexionando sobre lo que se ha hecho y vivido. Interiorizando, criticando. Comprendiendo. El oficio, las técnicas, los trucos se transmiten. Lo que soporta este mecanismo se va desarrollando poco a poco. El clima, la convivencia, el diálogo y el intercambio (tanto en horizontal, entre participantes, como en vertical, con los coordinadores, o desdibujando las fronteras entre los dos tipos de diálogo) son lo que marca la diferencia. La motivación de todos y el lugar, siempre el lugar, con figuran el resto. La criba que representa el lugar, tanto para coordinadores como para participantes, es fundamental: ir a una ciudad pequeña, sumergirse, convivir constantemente y participar, incluso en los ratos libres, de una atmósfera diferente. En este marco, la distancia entre quien propone y quien dispone se acorta mucho, llegando, incluso, a romperse completamente cuando se abandonan los proyectos específicos que conforman la carga docente. Y, al final, lo que uno se lleva es equivalente a lo que ha dado: el flujo funciona en las dos direcciones de un modo mucho más acusado que en una universidad convencional donde las directrices, los planes de estudio y una lógica de funcionamiento tan compleja que puede llegar a impedir centrarse en la enseñanza estrangulan su espíritu demasiado a menudo.
El equipo del Workshop RCR-LABA 2013 está formado per Salvador Tarradas coordinando el workshop de arquitectura i paisaje, Veronica Vitoriano, Angela Moura, Noèlia Baldayo, Cristina Franco y Marta Milà. El workshop de audiovisuales está coordinado por Júlia de Valle y cuenta con Hisao Suzuki, Emiliano Roia, Alba Domènech e Ivan Pintor. Carles Sánchez se ocupa de la documentación fotográfica.
El equipo de RCR Arquitectes está dirigido por per Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta.
Ciudad: Olot
Agentes: RCR arquitectes
Edificios: Espai Barberí
Autoría de la imagen: Carles Sánchez-RCR Bunka