Cualquier proyecto de arquitectura tiene una función social que, dependiendo de su tipología, puede ser complicada de explicitar. Una vivienda unifamiliar o una farola pueden llevar implícita una propuesta urbana que no será evidente a priori y que ha de ser explicada por una multiplicidad de razones cruzadas que van desde la posibilidad de aprender algo del proyecto hasta una explicación que permita hacer entender fácilmente la complejidad de la arquitectura. La explicación de un proyecto, como el registro de cualquier actividad humana, puede tomar cuerpo por ella misma hasta llegar a autonomizarse de la obra en cuestión momento en que se establece un diálogo de obra a obra que multiplica e alcance del proyecto original y lo convierte en el nodo de un diálogo ahora interdisciplinar.
La historia del arte ofrece múltiples ejemplos de obras de gran valor provenientes de explicaciones utilitarias, incluso circunstanciales, que, por la ambición, el oficio y la inspiración con que han sido compuestas han acabadao trascendiendo completamente la situación que las ha inspirado. En A suposedly fun thing I’ll never do again (Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, DeBolsillo, 2010) el escritor David Foster Wallace recopila una serie de artículos de circunstancias que registran desde su paso por la Feria Estatal del Estado de Illinois de 1993 hasta sus impresiones a bordo de un crucero de lujo por el Caribe pasando por una reseña literaria o la vista al plató donde David Lynch estaba rodando Lost Highway en aquel momento. Los artículos, muchos de ellos publicados en la revista Harper’s, son encargos de registro de eventos más o menos prosaicos escritos con la misma intensidad que cualquiera de los relatos o novelas que lo consagraron. En 1947, cinco fotógrafos de oficio enfrentados con un mundo convulso fundan la agencia Magnum Photos, una cooperativa de fotógrafos de primer nivel que sigue funcionando hoy en día bajo la premisa de documentar el mundo a través de unas fotografías de potencia tal que, en virtud del prestigio de la agencia, pueden ser vistas casi a priori como obras de arte autónomas susceptibles de ser exhibidas en los principales museos del mundo o como documentos instrumentales al servicio de un oficio: son ambas cosas.
Reflexionar sobre el modo de explicar proyectos de arquitectura es, en este contexto, el objeto del Workshop de Audiovisuales RCR-LABA, inaugurado el pasado viernes 176 de agosto con una charla de Hisao Suzuki sobre la naturaleza de la fotografía y de la fotografía de arquitectura. Suzuki reivindicó la autonomía de la fotografía de arquitectura explicándola como un registro visual no del objeto a fotografiar, sino de las sensaciones que entran a través de los cinco sentidos cuando éste se visita: una fotografía remite exclusivamente a la vista, pero la percepción de la arquitectura se produce a través de todo el cuerpo, y la eliminación súbita de cuatro sentidos y del contexto que nos permites estar atentos a lo que nos rodea (incluso a lo que tenemos a nuestra espalda) marca el oficio de fotógrafo. La reivindicación de la disciplina, del oficio, del trabajo diario y una reflexión sobre los instrumentos a usar y su propia naturaleza (analógica o digital) conformaron el resto de la charla.
Pero el Workshop de audiovisuales va más allá. La fotografía de arquitectura es valorada simultáneamente como una obra autónoma y como pieza de una serie que ha de explicar un edificio. Lo que lleva, también, a reflexionar sobre la discontinuidad de la explicación, sobre el montaje y la articulación de diversas fotografías y, finalmente, sobre el papel del vídeo y el audiovisual en esta disciplina. La obra de RCR arquitectos proporciona un telón de fondo potente para los ejercicios de curso, ofrecida a los participantes como una oportunidad de reflexionar sobre su obra al poderla confrontar con un contexto, con todo un corpus previo de reflexión crítica y con el curso del tiempo que hace pertinente una nueva documentación hecha unos años después de una primera presentación realizada cuando el proyecto está poco vivido. Los participantes, arquitectos de formación en su mayoría, se ven confrontados con sus propios prejuicios que un trabajo diario ayudará a transformar en decisiones conscientes que cristalizarán en un trabajo que permita poner la base de este modo de entender y hacer entender la arquitectura.
Ciudad: Olot
Agentes: RCR arquitectes
Agentes: Hisao Suzuki
Edificios: Espai Barberí
Autoría de la imagen: Jaume Prat