Principios y procesos de una situación plural.
Sobre lo que tienen en común el FAD y algunas de las incursiones barcelonesas en los primeros días de la red, sobre esencias republicanas…
¿Que qué es, era, WAM? (nos llega la pregunta a consecuencia del editorial de la semana pasada) Pues… nos gustaba definirlo como una conversación o como una república de pequeñas publicaciones. Publicaciones ínfimas que compartían en la incipiente internet, en 1996, un espacio virtual (carísimo, pero que Micky Bou nos cedió gratis el primer año en YSI) y un script pearl que permitía que las personas que leían un artículo o un documento pudieran añadir información y comentarios. Si, un blog (*)
El segundo año «en la red», 1997, cuando la ilusión y el esfuerzo empezaban a perder su sincronía, tuvimos que hacernos cargo de los costes de estar en la red y para ello no se nos ocurrió nada mejor que convocar al vecindario y organizar un completo continente: un planeta de repúblicas. Le dimos el nombre de la Zona de Arquitectura en Internet, siendo lo de «zona» un homenaje a la zona zaragozana del puente de los gitanos, lugar de progresía, pollo urbano, el rollo y el zurracapote. En esa zona, la de internet, en sus ínsulas autónomas e independientes, aprendimos los wammers a compartir contenidos y formatos digitales con la Fundación Mies van der Rohe, las editoriales Gustavo Gili, Actar y Tanaïs, Construmat, la galería Miguel Marcos, mynews,… y el FAD. Si, el FAD.
¿Que qué es, será, el FAD? Pues aquí es donde queríamos llegar, a esta declarada «república». Centenaria, con una primera constitución de 1903. Lugar de asociaciones culturales, así que esculpida en mayúsculas. Barcelonesa e independiente hasta la raíz. Literalmente: «El Fomento de las Artes y del Diseño es una asociación privada, independiente y sin ánimo de lucro que tiene el objetivo de promover el diseño y la arquitectura en las esferas cultural, económica y social del país. El FAD se articula a través de diversas asociaciones que representan las diversas disciplinas del diseño». Una de sus asociaciones, la que propone compartir la cultura del espacio, el ARQUINFAD, es la que organiza anualmente los «Premios FAD» de arquitectura, interiorismo, ciudad y paisaje, intervenciones efímeras, pensamiento y crítica. La asociación del FAD que cuenta con un mayor número de asociados es el ADG-FAD, de diseño gráfico, siendo las asociaciones que completan el grupo las del A-FAD, ADI-FAD y MODA-FAD.
Darse una vuelta por el «callejero» común de estas asociaciones, que es lo que son sus proyectos, es darse cuenta de que el FAD es «algo más» que sociedad civil e independiente: es tradición e innovación ligados a eficacia relacional, compromiso con la ciudad y presencia internacional. El FADfest, las «xarxes d’opinió«, los pequeños editores, Mater, los «racons públics«, el observatorio del Diseño o el Terminal B(arcelona) son los proyectos testigos de su influyente personalidad.
Y bien, en un nuevo trompo del tiempo y de las cosas que pasan, barcelonés como nunca y meta-republicano como siempre, hemos sabido que la junta directiva del FAD está al habla con los representantes institucionales, el Ayuntamiento de Barcelona, para valorar la incorporación de su potencia muscular al nuevo Centro de las Glorias, (o DHub) donde en un futuro próximo, quizás inmediato, convivan actividades, exposiciones y colectivos de diversa índole con el ingrediente común de su solvencia y tradición en la cultura del espacio, de las artesanías del XXI, del diseño y de las artes. Eso hemos entendido. Tres condiciones -cuando menos- parecen necesarias y aventuramos desde aquí: la garantía y compromiso del permanente soporte institucional para con el CG; la garantía de la independencia para cada uno de los «inquilinos» del CG y, tres, la participación como «igual» en el Gobierno del CG. Eso es república barcelonesa: ser parte del gobierno, ser igual, y no el reverso de su contrario: la dependencia de un administrador ajeno o lejano. La primera condición es asunto que compete a la perspicacia de quienes hayan de conversar (negociar) y a la seriedad municipal, y en ello pensamos que están. Las otras dos habrían de suponer el refrendo de los asociados y, quizás, mantener la simultánea titularidad de una parte mínima de la infraestructura actual como expositor «centro» del FAD, como sede fiscal y como… ¿bar? Con la entrada actual y la capilla es suficiente.
Y si no, pues… nos volvemos a els quatre gats, que allí se conspiró -en leyenda no demostrada ni demostrable- en 1903 lo que hoy tenemos y conocemos.
¡Viva la república del FAD!
(*)Todavía pueden leerse -algo desordenadas- las páginas supervivientes de WAM: «Reciclajes» de Ton Salvadó y Carlos Muro, las «Emergencias» de Enric Massip, los «Contactos» de José María Baquero, la «Homelesspage» de Pep Quetglas, las entrevistas del «Café Gourmet» de Fernando García Mongay, de Ouka-Lele y de Fredy Massad con Alicia G. Yeste, los masajes con lija de «Young Animals» de John Young o el «Área de no conformidad» de Nadia Casabella. En realidad esa era la republicanidad catalana, por así decirlo, que a su vez alojaba otros landers nacionales incipientes como los primeros «Circos» de Mansilla, Tuñon y Rojo, los «Vestigios» de Maite Muñoz, el «Diccionario a plazos» de las Fisuras de Federico Soriano y Pepe Ballesteros o, también, algunos «principados», contribuciones de José Juan Barba, Juan Pablo Quintero, Guilermo Tella, Olivia de Oliveira, Paola Gaudio, Ricardo Daza, Félix Solaguren, Alfons Soldevila, Moisés Gallego,…