14 de abril de 2013

2nd extract | segundo extracto

[English]
I’d like to talk about one teacher I didn’t have: J.A. Coderch de Sentmenat. He gave classes in project design for a few months at the start of the “new plan.” I was doing the “old plan” and wasn’t entitled to go to his classes. Nobody asked me if I’d enrolled on his course, and I attended his workshop. We were meant to design a single-family house in the Maresme, where he was designing someone’s home. The first day I had correction I excitedly, and somewhat vainly, showed him some drawings in plan with a few turns; Coderch said to me, “No! It’s awful.”

What must I do? And he went on, “Look, what you must do is…” and I ended designing a Coderchian bungalow. 

Coderch was at the School for a very short time. A rejection of sorts and the bad behavior of a few students, along with his weariness at the lack of interest of the projects he was being offered, led to his departure.  

Then I was lucky to be given the Senillosa House in Cadaqués. I discovered what a house meant, what a space for an occupant was, what a building that was well positioned in urban space was, what an architecture was in which the role of the architect was almost that of a medium, in which the materials were simple, fulfilling all the requisites of a marvelous holiday home. A tiny house with an incredible section. At the School we were designing in plan alone, and in this house the design grew out of the section, because Cadaqués takes its shape from the slope. The house has a dual entrance, in the bottom part from the beach and in the top part from a little street in the town center; the systematic floor plan is repeated, the stairs become a circuit, the light rains down.  

I filmed Coderch’s houses with an 8 mm camera by jumping over walls, asking for permission or befriending the owners. Via the zoom lens I got to know his intermediary spaces. It was a kinetic and cinematic knowledge of space; louvers and sliding elements that varied the geometry and the light of the spaces. Some designs surprised me, like the Catasús House and the Rozes House, where part of the land is turned into outside public space, solving the means of access at a stroke, and giving the house a transcendent quality. 

This heterodox learning process allowed me to understand that the relationship of the architecture to the landscape has to have its roots in the tradition and culture of the locality, that over and above its physical, urban, climatic and topographical aspects, an intellectual rapport is established between architecture and landscape, something I’ve tried, years later, to establish in many of my projects.  

My first sketches try to transmit something of this. They’re lightning sketches, the hand moves at the speed of thought; they’re rough drafts that capture the organizational and constructional aspects. You try to discover something, since the architecture appears as learnt intuition.

I finished the course at the end of 1970 and together with Fernando Bendito proposed Instant City, an ephemeral settlement, in the summer of 1971 in Ibiza, to coincide with the International Design Congress. We sought the help of José Miguel de Prada Poole, who’d investigated pneumatic structures. We got the backing of Aiscondel and created our first built experiment. Hundreds of young people arrived from all over the world. With a sophisticated but homemade technology we stapled thousands of meters of plastic together and using electric fans and ingenious diaphragms a self-built city was erected on the spot. Its playful, assembly-style regime turned into a retort to the official congress.

–Traducción al inglés: Paul Hammond–

[Español]

Me gustaría hablar de un profesor que no he tenido: J.A. Coderch de Sentmenat. Impartió clases de proyectos durante unos pocos meses en los inicios del “plan nuevo”. Yo cursaba el “plan antiguo” y no tenía derecho a sus clases. Nadie me preguntó si estaba matriculado en su asignatura, con lo que asistí a su taller. Debíamos proyectar una vivienda unifamiliar en una urbanización del Maresme, donde él proyectaba alguna residencia. El primer día que corregí le mostré con ilusión y algo de vanidad unos dibujos en planta con unos giros; Coderch me dijo: ‘¡No!, está muy mal’.

¿Qué debo hacer?, y siguió: ‘Mira, lo que debes hacer…’ y acabé proyectando un chalet coderchiano.

Coderch estuvo muy poco tiempo en la Escuela. Un cierto rechazo y la mala educación de algunos alumnos, unidos a su cansancio ante la falta de interés de los proyectos que se le proponían, propició su partida.

Entonces tuve la suerte de que me dejaran la casa Senillosa en Cadaqués. Descubrí lo que significaba una casa, lo que era un espacio para un habitante, lo que era un edificio bien colocado en un espacio urbano, lo que era una arquitectura donde el protagonismo del arquitecto era casi de medium, donde los materiales eran sencillos, cumpliendo todos los requisitos de una maravillosa casa de vacaciones. Una casa diminuta con una sección increíble. En la Escuela solo proyectábamos en planta, y en esta casa el proyecto nace de la sección, porque Cadaqués se configura en la pendiente. La casa tiene un doble acceso, en la parte inferior desde la playa y en la superior desde una callecita del casco urbano; la planta se repite sistemática, las escaleras se convierten en un recorrido, la luz desciende.

Filmé las casas de Coderch con una máquina de 8mm, saltando tapias, pidiendo permiso o haciéndome amigo de los propietarios. Conocí a través del zoom sus espacios intermedios, fue un conocimiento cinético y cinematográfico del espacio; persianas y correderas que variaban la geometría y la luz de los espacios. Me sorprendieron proyectos como la casa Catasús o la casa Rozes, cuando un trozo de la parcela se convierte en espacio público exterior, solucionando de un plumazo los accesos, y dando un carácter trascendente a la vivienda.

Este aprendizaje heterodoxo me permitió entender que la relación de la arquitectura con el paisaje ha de tener su raíz en la tradición y la cultura de un lugar, que mas allá de los aspectos físicos, urbanos, climáticos o topográficos, se establece una relación intelectual entre la arquitectura y el paisaje, algo que he tratado, años mas tarde, de establecer en muchos de mis proyectos..

Algo de ello intentan transmitir mis primeros bocetos. Son dibujos instantáneos, la mano va a la velocidad del pensamiento, son esbozos que plasman aspectos organizativos y constructivos. Tratas de descubrir, pues la arquitectura aparece como intuición aprendida.

Acabé la carrera a finales de 1970 y junto a Fernando Bendito propusimos la Instant City, una ciudad efímera en el verano del 71 en Ibiza, coincidiendo con el Congreso Internacional de Diseño. Pedimos ayuda a José Miguel de Prada Poole que había investigado las estructuras neumáticas. Logramos la esponsorización de Aiscondel y realizamos nuestra primera experiencia construida. Cientos de jóvenes llegados de todas los lugares del mundo. Con una tecnología sofisticada pero artesanal, grapamos miles de metros de plástico y con ventiladores e ingeniosos diafragmas fue surgiendo en el acto una ciudad autoconstruida. Su régimen asambleario y lúdico la convirtió en una contestación al congreso oficial.

Agentes: Carlos Ferrater