“Made In” es creado por Manuel Alvarez-Monteserín y Beatriz Pachón (de Manu-facturas y León 11), que se unen específicamente para participar en este concurso. Cuentan además con la colaboración y la experiencia de Antonio Corona y Arsenio Pérez Amaral Arquitectos (autores de la terminal del Aeropuerto Norte de Tenerife); Javier Simó, Andrés Infantes (Gyra) y Antonio Alejandro, entre otros, y el apoyo del estudio madrileño
Leon11. Tras pasar a la segunda fase y una criba entra más de 154 equipos, Made In se asoció con el estudio taiwanés HOY Architects y con varias consultorías internacionales de prestigio como ARUP (instalaciones), BOMA (estructuras) y Xu Acoustique (acústica) entre otras.
Todos ellos forman un gran estudio virtual de arquitectos, técnicos y consultores internacionales, que trabajaron a distancia (desde Madrid, Bilbao, Rotterdam, Tenerife o Taipei), en un proyecto que cuenta con un presupuesto de 100 millones de euros y se convertirá en la última joya urbanística de Kaohsiung. Pero “ha sido una competición muy desigual por la falta de recursos económicos”, según comenta Antonio Alejandro, y es que el equipo ha trabajado de forma desinteresada durante seis meses. Si bien es cierto que los recursos económicos, la distancia y la media de edad del equipo, que no supera los 40 años, no supusieron ningún inconveniente para este equipo que ahora se hará cargo una de las obras más importantes y de mayor magnitud, llevada a cabo por un equipo español en el extranjero.
El pasado martes se conocían los ganadores de este concurso, que desde el primer momento llamaron la atención el jurado por mostrar una propuesta “demasiado arriesgada”. Pero las respuestas dadas, tanto al programa que se pedía como a la integración urbanística, han conseguido que una propuesta arriesgada este materializada en unos tres o cuatro años, y que además lleve sello español. Una propuesta heterogénea donde los diferentes edificios y espacios públicos planteados por Made In articulan la bahía del Río Amor integrando aspectos esenciales de la cultura taiwanesa.
Una futura “ciudad” de 100.000 m2 de superficie (80.000 de superficie, más 20.000 de espacio público exterior), diez auditorios (uno exterior con capacidad para 12.000 personas, otro interior con 3.500 plazas y ocho más pequeños y de uso polivalente), un museo del mar, un museo de la música y un área comercial de 20.000 m2 abierto 24 horas. Todo ello se hará realidad bajo la batuta de un equipo de arquitectos canarios, cuya clave para ganar residió en su solución urbana, porque genera un espacio público capaz de articular toda la bahía sin necesidad de generar un icono. De esta forma, el proyecto piensa en el ciudadano como usuario y a medida que lo va habitando, usando y disfrutando, la arquitectura irá formando parte de su entorno vital y del patrimonio urbano de la ciudad.