Los arquitectos Arturo Franco y Juan Arregui reformarán las naves 8 y 9 de Matadero Madrid
Su propuesta ganó el concurso municipal para la rehabilitación de los dos pabellones de Matadero Madrid, un espacio para la creación artística contemporánea que comenzó a andar el 13 de marzo de 2006 en las antiguas instalaciones del matadero de Legazpi (distrito de Arganzuela). La propuesta respetará la estructura actual del edificio con una idea original: separar las diferentes estancias con maromas de cáñamo. Las naves 8 y 9 de Matadero van a albergar la sede de Intermediae, un programa municipal dedicado a la creación contemporánea, y tres nuevos centros dedicados a la producción artística, la arquitectura y el diseño.
El pasado 19 de junio se falló el concurso convocado por el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid y el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, al que se presentaron 107 propuestas tanto de España como desde el extranjero. El primer premio fue para Hilo conductor, del gallego Franco (A Coruña, 1972) y el madrileño Arregui (Madrid, 1972); el segundo premio fue para la propuesta SITE_SPECIFIC , de Ignacio Borrego Gómez-Pallete, Néstor Montenegro Mateos y Lina Toro Ocampo; meintras que el tercer premio se entregó a ACUMULARTE , de Nred Arquitectos.
El presupuesto para la rehabilitación de los dos recintos es de 15 millones de euros, y los arquitectos van a comenzar a trabajar en el proyecto en septiembre, para que a finales de 2009 puedan comenzar las obras.
Destaca en la propuesta el tipo de materiales que se van a emplear en la rehabilitación integral de dos grandes espacios. Aunque uno de sus principios es la no actuación, aseguran, tienen que consolidar los dos edificios, de 14.800 metros cuadrados. Cuerdas (se emplearán hasta 30 kilómetros), hierros y vidrio, que tratarán de trasladar al futuro un edificio diseñado en 1907 por el arquitecto Luis Bellido «alejado completamente de la modernidad», según Arturo Franco. «No utilizamos materiales de vanguardia; los tradicionales pueden ofrecer la más profunda contemporaneidad», dice Franco. «La forma convencional de cuerdas y aparejos puede emplearse en otros registros diferentes para conseguir divisiones del espacio que prácticamente no lo alteran», continúa.
Por tanto, el espacio puede ser cambiante: se puede redefinir cuando aparezcan otras necesidades. La sensación de estar en un laberinto construido con sogas, rudas y potentes, también puede aparecer entre los visitantes de las naves. «Como una madeja que se desenmaraña sin fin, las maromas se mueven entre pilares en infinitas combinaciones, definiendo aulas, talleres y exposiciones», se lee en la propuesta de Franco y Arregui.
Ref.
Arturo Franco [www.arturofranco.es]
Matadero Madrid [www.mataderomadrid.com]
Fuente: Centro de Enlace AE, BCN