Síntomas y diagnósticos de un cambio (VI)
Izaskun Chinchilla reivindica la arquitectura experimental, y el error como uno de sus núcleos fundamentales, de un modo preciso y nada ingenuo, en su artículo «¿Qué es experimental en arquitectura?»*.
Recordemos entonces que en la definición más tradicionalmente académica** se identifican tres tipos de investigación en arquitectura: histórica, la que describe lo que era; descriptiva, la que interpreta lo que es; experimental, la que describe lo que será. Es un planteamiento cauto el de la tradición por cuanto sitúa la investigación arquitectónica, cuando es experimental, en un plano paralelo a la realidad: el de la palabra, instrumento que describe o interpreta, cuidadosamente alejado de la materia, de lo físico, de la realidad.
Posiblemente para huir de tamaña pulcritud, y poder entrar más al trapo y obligar la coincidencia de lo abstracto y lo real, prefiere la joven arquitecta distanciarse de la etimología justificando así que en su texto (se) «propone una construcción constante, responsable, relevante y colectiva del lenguaje, su significado y su uso, y es la actitud que (…) se propone revisar qué puede suponer el apelativo EXPERIMENTAL aplicado a la arquitectura».
Con la venia, entonces, Izaskun aborda una nueva cadena de acepciones que en su quinta derivada propone: «La arquitectura experimental debe poder fallar, es decir, debe formular hipótesis que puedan o no cumplirse. Ya dijo Francis Bacon que “la verdad emerge más prestamente del error que de la confusión” y, en arquitectura, la equivocación ha sido eliminada de lo posible a base de ocultar hipótesis o construir arquitecturas que no brindan un ensanchamiento del saber técnico, es decir, a partir de la generación de una buena dosis de confusión».
Reivindica, así, de un modo hermosamente retórico, la realidad antes que la palabra, el error reactivo antes que la confusión reaccionaria. Chinchilla censura la confusión e indirectamente, lo decimos nosotros, la mala educación. [leer más]