Razona Juan Alonso en un reciente artículo en Amsterdamtila sobre la nueva arquitectura «sorprendentemente no llamativa», en referencia a la práctica desaparición de la generación «superdutch» en los medios holandeses y al reciente premio BNA al edificio holandés del año otorgado a la clínica penitenciaria FPC Oostvaarderskliniek en la ciudad de Almere. Por otra parte, en el Foro arquia/próxima de Valencia se recogía un clamor, un ¡basta!, en las voces de becarios y próximos, cuando la cuestión de la notoriedad profesional y arquitectónica era el asunto de debate, en el que se decantaban los arquitectos españoles «que empiezan» y allí convocados por un silencioso y cauto anonimato, tanto para los profesionales como para las arquitecturas. Es esta cuestión, entonces, del anonimato, asunto asimétrico ya que, bien mirado, acostumbra a ser hoy algo solicitado cuando procede de los colectivos vinculados a los lugares más y mejor difundidos contra algo inevitable cuando procede de las, digamos, periferias. En cualquier caso, y efectivamente, resulta colosal la extensión de la lista de los nombres y arquitecturas que desde hace muchos años acumulan las periferias arquitectónicas habituadas cotidianamente al anonimato y a la producción de arquitecturas «sorprendentemente no llamativas».
Un viejo, 2003, cruce de cartas con Oriol Bohigas y con Josep María Montaner daba cuenta de ello para el caso de Barcelona y de los «no tan necesarios héroes o líderes de la arquitectura». O también: baste una vuelta atenta por las islas Baleares o Canarias, o las también islas urbanas de Extremadura, Andalucía, Galicia, Castilla, Rioja, Aragón, Cantábrico y Mediterráneo, por ejemplo, sus bienales y premios locales, para detectar tantas y tantas actitudes profesionales y arquitecturas que conforman paisajes cotidianos y de interés y que, claro que sí, resultan «sorprendentemente llamativas por su anonimato». Hay vida, y de la buena, más allá de las capacidades y voluntades editoriales, de lo convencionalmente asumido como excepcional y de lo forzadamente digerido como necesario inmobiliario. Una suerte muy española la del anonimato a la fuerza y que -curiosamente- se evidencia como lo «nuevo» mediático. Tenemos, entonces, arquitectura española para rato si así son las cosas. Enhorabuena a todos.
Artículo incluido como editorial en la circular semanal «boletín SCALAE» en su edición 004
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