presentes… y una receta

1 de septiembre de 2023

1748. Or xata

[SCALAE, editorial

“Soseki observa que «nosotros, los seres humanos, basamos nuestra vida en la anticipación. Por tanto, nuestra mente está llena de pensamientos relativos al futuro». Ahora, que muchos aún pueden disfrutar de las vacaciones, es un buen momento para que nuestros pensamientos se centren en el presente y alejar de nosotros, por un instante, el deseo de habitar el futuro.”

Félix Riera, artículo “Regreso al presente”, La Vanguardia 28 ago 2023.

El consejo citado, finalista de verano, de Félix Riera resulta inquietante en los consecuentes interrogantes subsidiarios: ¿Y qué ha sido, entonces, del presente? ¿Son varios, solapados, los presentes?
Y es que, atendiendo literalmente el hilo que se propone en el artículo, puede que la opción que corresponde al tiempo estival sea la contraria a la aparentemente ofrecida. Es decir: lo vacacional sería explotar cualquier oportunidad estacional de navegar el mar plural, anónimo y colectivo de (quienes tengan) vacaciones para precisamente, evadir el presente. Deshabitar el presente
De otro modo: escapar de los presentes, digamos, inmateriales. Del presente laboral, del profesional, del político, del vecinal, del deportivo, del financiero, del noticiable… ¡del doméstico!

Cuestión paralela, sospecho, es que Riera nos proponga habitar “lo otro”: los presentes materiales, los presentes sentidos; del tacto dominante, del temblar de otro cuerpo, del sudor esforzado, del rozar de la brisa, del vibrar de los rumores de la montaña, del cosquilleo fluvial de las riberas urbanas, del aroma refrescante de la menta del borde del camino, del respirar profundo en el bosque… El presente físico.
Félix, ¿pues no sería eso “otro” lo que reclamabas habitar? ¿Habitar lo mas material de tu propio ser, tus sentidos, fuera de tiempo, tu cuerpo?

Aunque, venga, volvamos a la calzada cotidiana y a lo que termina por ser la carga en profundidad del artículo, su bala de plata. Tras el amago sobre el presente, los presentes, se señalan la caligrafía y la tecnología como síntomas de tiempos sucesivos, no sólo diferentes sino decididamente alternativos, contrarios. De nuevo una alternativa dual.
Argumenta Riera en su artículo: “Una de las cosas que se han dejado de hacer, gracias a los avances tecnológicos, es escribir a mano. Consecuentemente, se ha perdido el hábito de ejercitar la caligrafía, no solo para permitir que los textos sean legibles, sino también con el afán de embellecerlos. La apuesta por la tecnología no solo ha logrado eliminar la caligrafía, sino que ahora permitirá además, gracias al desarrollo de la inteligencia artificial, que no tengamos que pensar, imaginar, ejecutar y crear un texto.”

En fin, algunos editoriales atrás ya avisábamos: ¡no es la tecnología sino los automatismos, cualquiera de ellos, lo que nos aleja de cualquier tiempo, pasado, presente y futuro, lo que nos aleja del mismísimo ser nosotros, nos deja en la intemperie, en un espacio inhabitable, para no sentir y no ser… ¡para sabernos nada!
Tal parece que Félix Riera, sospecho de nuevo, hurga mas hondo, sabiendo de su aprecio por lo virtuoso, de su proximidad con la arquitectura y con los laberintos matemáticos, de su mirada atenta a lo inmaterial o materialmente habitable.

Así que llegamos a la encrucijada… tú, que lees esto y estás en lo de la arquitectura, ¿Trazas o mecanografías tu caligrafía? y, por cierto, ¿Reflotan en tu libreta los apuntes y croquis del verano? 
Si son peces… envíanoslos, ya sabes… 
Si no hay pesca, si tu mano pellizca y pellizca y pellizca y vuelve a pellizcar la pantallita negra… puede que estés habitando tu falso presente, de espasmos automáticos, tic toc, tic toc, de tiempo aparente, ausente, detenido. Tu nada.
O quizás no, tú dirás.

En cualquier caso ten en cuenta, si te parece bien, la advertencia de Scott Fitzgerald por la que “la vida vuelve a comenzar cuando todo empieza a crujir en otoño”. Así sea, pues, con banda sonora, algo mas dibujado, de buena traza y… que ni pintado, el crujiente otoño.
En fin, después de todo lo dicho y volviendo al principio, reconozcamos que hay cuestiones que no dependen de la material vigencia celular sino de la abstracta motivación, o de la volátil ilusión, ¿no?. ¡Qué le vamos a hacer!
Habitar cualquier tiempo en cualquier lugar puede que sea una de ellas, sin olvidar la medicación, incluso cuando algo cruje, o -si de oficio se trata- para crujir a gusto. Con respeto, con educación, sin perder las formas y maneras. Y en pantalla grande, si es posible.

Félix Arranz
Arquitecto y editor de SCALAE

 

Ilustración:
Noticia en la revista digital «Valencia Noticias» sobre un manuscrito encontrado con la primera receta histórica de la horchata, del año 1748.