Álvaro Carnicero lo ha conseguido. Definir. Aunque en una de las últimas notas añadidas a su blog –«diez puntos para trazar una línea»– parece que su intención inicial era la de denunciar la confusión o adulteración de modelos profesionales de ‘arquitecto’ que en su soberano y juicioso derecho considera artificiales, termina por precisar fenomenalmente en esa misma nota qué es lo que ya hoy diferencia a un arquitecto consciente y sincronizado con su tiempo, el actual y real, de otros modelos, digamos, efervescentes o de neón.
Dice, y dice muy claro: «Posteo en este blog desde 2005, co-organicé un concurso internacional en el cual había un foro de opinión (…), he participado en podcasts, he colaborado a montar el blog en el estudio que trabajo, para comunicarnos y ordenar links he introducido Delicious entre mis compañeros, el “Diario de Obra” del edificio más importante que hemos proyectado y dirigimos está colgado aquí y tenemos en mente cómo utilizar el blog como medio de comunicación con nuestros clientes… uso varias “herramientas digitales” o también llamadas “herramientas 2.0”, el entendimiento de mi profesión y oficio técnico se inició con el uso de estas herramientas y ya no puedo entenderlo de otra forma, pero las considero eso… herramientas… No soy “arquitecto-digital”, ni “arquitecto-consultor”, si seguimos con el juego de las etiquetas, soy un “arquitecto-constructor” que cuando proyecta, también sabe o tiene que estudiar e investigar en como convertir sus proyectos en realidad construida. Soy un arquitecto, con herramientas 2.0 y otras que no lo son, al que le gusta hacer acuarelas en su tiempo libre, para después subirlas a flickr con licencia CC.»
Efectivamente: debemos hablar e identificar el autoetiquetado de arquitectos. De cualquier tipo. ¿Etiqueteo? Así no se juega, como gustaba decir Enric Miralles. [leer más…]