Cuando el arquitecto catalán Moisés Gallego solo contaba con 5 años de edad, su padre le dijo que de mayor sería aparejador. Sin embargo, cuando ya estaba trabajando de aparejador, sus compañeros de despacho le animaron a que estudiase arquitectura. Y aunque tenía 7 años más que sus compañeros de la Escuela de Barcelona, Moisés supo aprovechar su madurez e interés en el oficio. Apasionado por la geografía, combina la enseñanza y el ejercicio profesional como arquitecto. Una conversación tranquila y sobria, en la que reconoce que le gustaría tener más encargos como aquel de las Piscinas Picornell para los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, aunque subraya que la ciudad, en su opinión, está formada por lo cotidiano.
Moisés Gallego, madurez y decisión
17 de noviembre de 2008
Arquitecto/s Autor/es: Moisés Gallego