José Ignacio Linazasoro, donostiarra, desvela en esta conversación el secreto entendimiento entre quienes se ven a sí mismos como artesanos. Un lenguaje, el de los artesanos, que más allá de lo convencional descansa sutilmente en la capacidad manual, en la destreza del movimiento ligero de falanges, falanginas y falangetas… como de quien toca el piano a escondidas. Su arquitectura registra la condición erudita -extraña y simultánea capacidad muscular e intelectual-, hasta el punto de conseguir evidenciar los tiempos sin sonido, las pausas, los vacíos, como algo profundamente sustancial en arquitectura: la íntima voluntad de una materialidad de casi nada, a punto de disolverse y sin embargo tan densa como el universo en un punto. Linazasoro pudo haber nacido catedrático, es inevitable, documentado y apreciable su magisterio de generaciones de arquitectos vascos, castellanos y madrileños. Son todas estas cuestiones que la conversación registra y debate, con humor.
Ignacio Linazasoro, clásica materialidad, con las manos
17 de noviembre de 2008