En 1958, un Álvaro Siza de 25 años recibe el encargo de realizar una casa de te y un restaurante en unos salientes rocosos al final de Leça de Palmeira, cerca de Oporto. El encargo le llega de la mano de su maestro Fernando Távora, que lo considera lo suficientemente maduro como para que lo realice en solitario. El edificio, relativamente modesto, valora un entorno paisajísticamente privilegiado. Las rocas, una iglesia cercana, el rumor del aire, una playa desierta. Su excepcional calidad lo convertirán en una de las obras clave del panorama arquitectónico de la segunda mitad del siglo XX.
El edificio, después de cincuenta años de explotación ininterrumpida, ha sido víctima de la crisis: explotado, abandonado, su cobre robado, sus tejas mal mantenidas, los cristales rotos. Alarmado ante el estado de su obra, Siza ha gestionado su reexplotación, la contratación de nuevo personal, y, finalmente, su restauración.
La realización del trabajo, la conservación de este edificio que forma parte del patrimonio universal, no debería corresponder al arquitecto que lo proyectó: debería de ser una obra colectiva, cuidada por el ayuntamiento, responsable de una obra pequeña, poco agresiva, que requiere un mantenimiento constante pero sencillo. Una obra que dignifica la figura del arquitecto, simbolizando un trabajo exitoso, coherente.
Del mismo modo que es deber del arquitecto acercarse y servir adecuadamente de la sociedad, también es deber de ésta cuidar de las realizaciones de los arquitectos cuando pasan a formar parte del patrimonio cultural global.
Ciudad: Leça de Palmeira
Agentes: Álvaro Siza
Edificios: Casa de Te
Autoría de la imagen: Paulo Alves, Fernando Guerra