[Jaume Prat]
Último día de congreso: Nos levantamos como pudimos después de una noche que fue larga para todos (recuerdo ver a un Premio Pritzker sentado, tranquilamente, a las tres de la madrugada en un banco ubicado en los aledaños de su hotel, charlando bajito de la vida alrededor de un pequeño grupo de arquitectos y estudiantes). Antes del desayuno, Eduardo Souto da Moura pronunció una conferencia a la que siguió una mesa redonda en la que participaron él mismo, Patxi Mangado, Rafael Moneo, Luís Fernández Galiano y Kosme de Barañano. En ella se transitó por el sentido cívico, la naturalidad, la franqueza y la espontaneidad en la arquitectura, de las obras a la propia vida de los arquitectos. Como ejemplo de esto, Moneo recordó a Enric Miralles.
Rafael Moneo, tras la pausa, dio la última conferencia del evento: en ella postuló el lenguaje como lo común en la arquitectura. En todas las arquitecturas. Su viaje empezó en el Palacio del Te de Giulio Romano y terminó en Porto Alegre, en la Fundación Ibere Camargo de Álvaro Siza. Por el camino recordó, en rápida sucesión, la deriva de la obra de McKim, Mead & White, el Movimiento Moderno y la relación Le Corbusier-Mies van der Rohe singularizada (con todos sus acompañantes) en la exposición de vivienda de Stuttgart de 1927 y llegó donde quería: a la estricta contemporaneidad y a las obras de Koolhaas, Herzog & de Meuron, SANAA y el último Siza, autores todos ellos de una obra aparentemente contrapuesta, dispersa, desconexa entre ellos. De una obra que, en el caso de SANAA, parece, incluso, querer matar el lenguaje, diluirlo en edificios de una ligereza, movimiento y transparencia extremas. Moneo cerró su exposición (y toda la multiplicidad de ejemplos), no cerrando ni concluyendo sino dejando preguntas sobre la mesa: los elementos comunes a esta arquitectura, su relación con el propio Movimiento Moderno, con el clasicismo, su capacidad propositiva, su evolución.
Esta ponencia cerró, pues, el congreso del único modo coherente en que éste podía cerrarse: dando armas para seguir reflexionando, pensando, creciendo. Después, carretera, aire acondicionado (y, a veces, manta para protegerse de las corrientes de turbulencia que se generan incluso en el pequeño volumen de un coche) y una multiplicidad de desplazamientos cortos y largos que nos devolvieron a cada uno a sus quehaceres cuotidianos. Fue una buena experiencia.
Ciudad: Pamplona
Agentes: Fundación Arquitectura y Sociedad
Agentes: Patxi Mangado
Agentes: Eduardo Souto de Moura
Agentes: Luis Fernandez-Galiano
Agentes: Rafael Moneo
Agentes: Kosme de Barañano
Edificios: El Baluarte
Autoría de la imagen: Jaume Prat