Principios y procesos de una situación plural.
Sobre conjeturas y adivinanzas alrededor de algo que está al caer…
Los premios FAD, de eso hablamos. Mañana jueves 12JUL, esa es la tradición, se reunirá por última vez el jurado tras haber visitado las obras finalistas. Escasamente minutos después se comunicará oficialmente la relación de obras y trabajos premiados por el jurado y por el público en cada categoría en lo que cada año es una muy concurrida fiesta ya que acuden a ella la práctica totalidad de los participantes y de los arquitectos e interioristas barceloneses y catalanes, cuando menos. Luego a bailar…
Nos centraremos para este comentario en el apartado del premio de arquitectura y, si se permite, aventuraremos alguna consideración… y puede que alguna apuesta.
La primera es lo apabullante de la selección que ha configurado el jurado que preside Guillermo Vázquez Consuegra y que, coherentemente con el modelo de oficio y elegancia que preconiza el «maestro» arquitecto andaluz incluye una nómina de obras y autores poco o nada discutibles. Es una nómina segura. Se trata de obras que tienen en común proyectos dictados desde lo mas sofisticado de los lenguajes, capacidades plásticas, conocimiento estético y objetivos tanto técnicos como sociales que rigen en la enseñanza de las (mejores) escuelas de arquitectura españolas, con una ejecución milimétrica, ejemplar.
Un grupo de obras de arista pulida resueltas por arquitectos que saben llegar hasta el final sin mácula, merecedoras todas ellas de figurar como portada en las próximos números de las revistas nacionales e internacionales. Así será, a buen seguro.
Sin embargo se evidencia, y es la primera consideración, un corte sutil que separa los modos y maneras de estas veinte (y una) obras en dos grupos (casi) parejos de diez y que identifican las dos generaciones -no solamente, o exactamente, de edad- presentes en esta selección. La casa en Cadaqués de Sergison & Bates, la escola la bóvila de Jordi Badía y Viki Linares, la casa c/z de Inés y Miguel Vieira, la escuela infantil de Elisa Valero, el edificio universitario de MGM arquitectos, la nave 16 de Matadero Madrid de Iñaki Carnicero, la Escuela Infantil de Carlos Pereda y Óscar Pérez, el centro cultural en Coruña de Luis Rojo, Begoña Fernandez-Shaw y Liliana Obal, la Red Bull Academy de Langarita/Navarro o la Adega do Quinta do Vallado de Francisco Vieira serían las 10 obras que -en la lógica asumida de arquitecturas de oficio- en este caso podrían considerarse «alternativas» a la otra nómina, la de los diez estudios autores restantes, once obras, cuya maestría, solvencia y reconocimientos forman parte ya de la leyenda española y portuguesa.
Parecería deseable entonces que la selección (y previamente las candidaturas presentadas) hubiera podido incluir, con igual rotundidad e indiscutibilidad, otros hilos patentes en la arquitectura ibérica como, tercera vía necesaria, aquellos que abren una brecha en los conflictos característicos de las periferias urbanas y metropolitanas mediante arquitecturas inexplicables sin sus inquilinos, de raíz compartida (hechas mano a mano con el habitante), basadas en intervenciones sobre elementos preexistentes, construidas con el material tiempo como aglomerante, apoyadas en desmaterializaciones urbanas o planteamientos no figurativos, de umbrales difusos y, sobre todo, resueltas desde parámetros ineludibles de contención e, incluso, escasez. ¿Porqué? Pues porque si se han de identificar y argumentar las preguntas que hablan de nosotros, los relevos o alternativas -que es parte de la tarea de investigadores, comisariados y jurados de premios- no parece que lo hayan de ser tanto de autores o generaciones cuanto de modos, maneras y contextos a futuro. Y los premios FAD siempre han dejado hueco a esta cuestión, digamos, de «catálogo» de modos y maneras. Quizás daba para treinta finalistas.
Así que con esa idea, que hoy parece irrenunciable hasta para arquitecturas que en su producción arrancan muchos años atrás y por lo tanto sujetas a lo que ahora nos parece un sueño sin retorno, y volviendo a la lista, tal parece que tres de las obras son cómplices y rozan por motivos de urgencia, ubicación o contención a ese deseo. Son tres obras de otra raza, extrañamente, muy maduras, y de simultánea jovialidad, obras que hablan de hoy, de ahora mismo, de hace un momento, de gente: la Red Bull Academy, la nave 16 de Matadero Madrid o la Escuela infantil en Pamplona.
Difícil, muy complicado lo tiene esta vez el jurado, con diez mas siete mas tres obras maestras que comparten aprecio por quienes las han de vivir y rotundidad generosa para quien las haya de mirar o atravesar. Objetivamente, por esa paridad, la decisión de este jurado habra de basarse en parámetros informales, así que puede que sea el «ultimo» FAD, o el «primero» (*). ¿Apuestas?
(*) …to disperse the joys we had tasted
and now when I hear people curse the chance that was wasted
I know but too well what they mean…
…oh yes let them begin the beguine
make them play…
[Cole Porter, Begin the beguine]