Según Ignacio García Pedrosa, no se trataba solo de cubrir y proteger unos restos arqueológicos «había que devolver a la villa el carácter monumental que tuvo en su tiempo». Para ello han tenido que construir un museo en medio del campo, sobre una obra de arte que ya estaba ubicada en la vega de Saldaña para «transmitir esa importante herencia del pasado».
Entre las dificultades con las que se han ido encontrando en el desarrollo de las obras, García Pedrosa, ha recordado la necesidad de cubrir todos los mosaicos, para protegerlos, y las dificultades técnicas que planteó la estructura de la cubierta, 8.000 metros cuadrados de pequeños rombos de hierro que se han tenido que colocar y ensamblar desde fuera con grandes grúas. La cubierta está apoyada sobre cuatro pilares metálicos y un muro de hormigón. Todo el cerramiento exterior, que rodea el edificio, es de acero corten, un material que se adapta bien al paisaje y al color ocre del entorno según Angela García de Paredes.
Para separar las estancias de la villa se han colocado mallas metálicas que imitan «con el lenguaje del siglo XXI» los muros de las habitaciones de esta gran mansión, sin impedir una visión global de toda la villa en su conjunto.
El resultado final es un «espectacular» edificio que se integra perfectamente en el entorno y que está dotado de los volúmenes necesarios para «admirar lo que es y lo que fue esta villa».
Ciudad: Palencia