El autor, también de la arquitectura de interiores de la torre AGBAR en las plantas de oficinas y cafetería, identifica en su pez su actitud personal al abordar el trabajo junto a Jean Nouvel: la de quien se desenvuelve, con la mitad del cerebro siempre atenta -despierta- como un delfín, intentando que lo escaso devuelva al habitante la sensación de amplitud que informa el continente desde el exterior.
Nuestro delfín no puede evitar resoplar, una manifestación de alivio, al precibir que -a pesar de las dificultades- sensación y realidad pueden terminar por ser una misma cosa y que la pecera no es de vidrio sino de alambre y es posible… escapar, la libertad!