Principios:
El proyecto se desarrolló en siete años, de 2003 a 2010, y fue el resultado de un concurso para la ordenación de lo que entonces se llamaba la zona de Volpelleres-Oest. Volpelleres es un barrio de Sant Cugat de nueva construcción emplazado en el cuadrante noroeste de la ciudad, limitado por una serie de vías a escala metropolitana. Se estructura en manzanas cerradas de viviendas mayoritariamente de promoción privada organizadas en torno a zonas verdes también privadas sin ninguna voluntad urbana. Dicha ordenación contradecía las posibilidades del lugar, ya que no concedía ninguna significación especial a la zona, para desarrollar una volumetría basada en una serie de barras ordenadas según la directriz principal del barrio, un eje que une la masía de Can Canyameres con el monasterio de Sant Cugat, origen y centro neurálgico de la ciudad. Este eje une los dos edificios pasando por la línea de máxima pendiente (Volpelleres está elevado unas decenas de metros sobre el casco antiguo, controlando la ciudad). Esta ordenación culminaba el barrio por su cuadrante suroeste disponiendo perpendicular al eje una barra que alojaba unas viviendas para jóvenes y, a oeste, lo entregaba con unas viviendas dispuestas oblicuamente al eje, que siguen una directriz radial con su centro en Can Canyameres.
Volumétricamente funcionaba como una puerta al barrio y una plaza rodeada de comercio que enlazase con el nuevo intercambiador de RENFE y ferrocarriles catalanes que sirve a toda esta zona. El sábado 5 de junio se inauguró la primera parte de dicho intercambiador con la puesta en funcionamiento de la nueva estación de los ferrocarriles catalanes.
Como resultado del primer premio en el concurso de ordenación el equipo recibió el encargo de desarrollar el edificio multifuncional, el corazón del encargo.
Proceso:
El edificio multifuncional se desarrolla en un solo volumen híbrido en funciones y unitario en forma y materiales, venciendo las dificultades de una normativa y un planeamiento que no prevé esta compacidad, con una gestión compleja de la normativa. Se propuso un edificio así para no sumar funciones, sino multiplicarlas, generando escala pública en un lugar con poca vida cívica. Las funciones quedan estructuradas simultáneamente vertical y horizontalmente, jerarquizadas en función de las intensidades de uso, de la orientación y de la posibilidad de generar tensiones urbanas des de la función de las diversas piezas del proyecto.
El edificio consiste en un zócalo de varias plantas que queda parcialmente enterrado (el eje tiene, en ese punto, un 10% de pendiente). Este zócalo contiene el aparcamiento cuando queda bajo el suelo y las funciones comerciales en las plantas sobre rasante. Sobre él se disponen tres barras, dos de ellas perpendiculares al eje, que contienen las viviendas, y una tercera paralela al mismo, que contiene las oficinas y una pequeña central productora de energía alojada en su cubierta. La barra de las oficinas vuela unos quince metros en la dirección del intercambiador, a modo de puerta. Las viviendas respiran a través de su propia parcela y, de este modo, todo el complejo puede acercarse a sus vecinos sin ahogarlas, buscando simultáneamente una máxima permeabilidad con el entorno y la generación de tensiones entre los diversos volúmenes circundantes, en un juego de densidad y compresión que urbanice la zona.
La sección longitudinal cobra especial importancia, enlazando los locales comerciales a través de dobles espacios que salvan las diferencias de altura de la calle y enlazan naturalmente las diversas cotas del proyecto sin que el edificio acuse la plataforma inclinada sobre la que se apoya.
Toda la construcción se reviste con un solo material, una chapa de zinc patinada en negro, montada según dos técnicas: solapando chapas lisas a junta alzada y montando dos tipos diferentes de chapa ondulada (miniondulada y midiondulada, de fabricación belga) sobre rastreles metálicos. Este gesto obedece a la voluntad de aunar percepciones, partiendo un revestimiento único en diversos patrones que aúnen la escala urbana con la del peatón, las viviendas y el comercio.
Se han podido realizar todas las fachadas del complejo, incluidas las de los locales comerciales en el zócalo, que se resuelve con materiales minerales (cristal transparente montado sobre carpinterías metálicas sencillas y hormigón o mortero en las partes opacas, a veces encofrado con la misma chapa ondulada que reviste el complejo).
Todas las viviendas del edificio quedan orientadas a sur, y la gestión energética queda centralizada en la central de la cubierta del edificio de oficinas, que compra gas a precio de coste para producir frío y calor que se vende a viviendas y oficinas. Los excedentes térmicos se usan para impulsar una microturbina que produce electricidad para consumo de los espacios comunes del complejo, ayudada por unas placas solares.
Resultado:
El edificio se enclava en medio de la ordenación, transformada por el mismo equipo mediante un plan parcial que giraba noventa grados las viviendas para jóvenes hasta dejarlas paralelas al complejo, y que partía en dos el volumen de entrega con la directriz oblicua convirtiéndolo en un edificio articulado. Los dos edificios se construyeron antes que el complejo. Con la inauguración del intercambiador y la puesta en marcha paulatina de los comercios de los edificios vecinos, culmina la puesta en marcha del complejo, definido mediante la multiplicidad de funciones e incorporando con naturalidad los diversos mecanismos bioclimáticos necesarios para una gestión energética casi autosuficiente, creando un centro cívico que dote de identidad al barrio.
Ciudad: Sant Cugat
Agentes: Enric Massip-Bosch
Agentes: EMBA
Edificios: complejo multifuncional de Vollpelleres
Autoría de la imagen: EMBA/Jordi Bernadó
tion]