…La cuarta chimenea del Titanic
Sobre el sueño (o la pesadilla) de la tecnología como garante de formas inevitables. 16 de abril de 2013 [Jaume Prat] En 1923, Charles-Édouard Jeanneret y Amédée Ozenfant, bajo el seudónimo conjunto Le Corbusier-Saugnier, editan una recopilación de artículos sobre arquitectura aparecidos en la revista L’Esprit Noveau, titulada Vers Une Architecture. La tercera sección del libro se titulará genéricamente ojos que no ven, y contendrá tres capítulos en los que se analizan los transatlánticos, los aviones y los automóviles como artefactos dotados de la belleza de lo inevitable: sus formas son producto de la solución al problema que plantea una función que no deja margen al diseñador para cualquier actuación que no sea necesaria. Según los autores, no hay contingencias, ni retórica, ni adorno posible en estos diseños, y como tal se venden. Con fotos, ya en su momento, retocadas por los autores para reforzar dicha tesis. Once años antes, en su viaje inaugural, el transatlántico de la clase Olympic RMS Titanic, el mayor barco de pasajeros del mundo, naufraga en aguas del Atlántico Norte. El Titanic es un transatlántico que podría aparecer perfectamente en el capítulo correspondiente de Vers Une Architecture como ejemplo paradigmático de diseño inevitable. Un análisis más atento del barco, sin embargo, nos hace cuestionar estos postulados. El barco se diseña, como es propio en su época, en función de una jerarquía vertical que prima el...
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