“Automático es, etimológicamente, lo que se mueve por sí mismo, lo que se mueve en virtud de un mecanismo oculto, sin intervención directa de su voluntad ni del espectador. Lo automático, en su movimiento por sí mismo, desplaza al resto del mundo, nos destituye a los demás como actores y autores, colocándonos como espectadores del misterio en movimiento.”
Josep Quetglas*, A favor de la indeterminación
Enric Miralles era una persona alta, de envergadura. De hecho jugaba regularmente al baloncesto. Octavio Mestre en ocasiones lo ha testimoniado, comentando que además lo hacía de manera esforzada y técnicamente mas que correcta. El caso es que, también en ocasiones, Enric jugaba al fútbol en partidillos entre profesorado de la ETSAB. Su posición, en esas ocasiones, se fijaba en la defensa. ¿Por qué? Moisés Gallego lo contaba con gracia, en el bar de la escuela, al relatar que jugando un partido, en una internada suya hacia portería contraria, vió cómo Enric se le encaraba plantado con los brazos abiertos, alzados, y las piernas bailoteando, dando saltos a la par que abriéndolas y cerrándolas. Contaba Moisés que, visto lo visto, frenó en seco su internada para aconsejar: “Enric… ¡Así no se juega!”
El caso es que Miralles, mezclando modos y maneras, terminaba por no ser tan mal defensa. De hecho, era palmario que Moisés no conseguía regatearle ni superar su posición.
Por aquel entonces, mas o menos, a principios del ’92, ofrecimos un seminario peculiar en la efímera Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Zaragoza. El título general del seminario fue “Proyecto automático”(*), una propuesta medio encuesta medio crítica medio ingénua, en un tiempo en el que el debate profesional comenzaba a considerar cuál podía ser el papel de las máquinas inteligentes -por entonces la inteligencia programada, si se prefiere, ya que “inteligencia artificial” era algo todavía no públicamente sospechado- en la arquitectura. En el puñado de intervenciones inolvidables en el Paraninfo zaragozano, destacaré ahora cómo todas se lo tomaron muy en serio aunque aludiendo solo a cuatro de ellas: Josep Quetglas respondió a la pregunta con una escenificación de su “A favor de la intermediación”, con banda sonora de John Cage y los 4 minutos y 33 tres segundos… de silencio; Jorge Wagensberg ofreció un aviso “Sobre la inteligibilidad científica”; Leandro Madrazo ilustró su experiencia en Suiza sobre “proyectar con ordenador” no tanto para anunciar futuros magníficos sino para solapadamente dejar caer un “difícilmente justificable”. Sutil. ¿y Enric? Enric Miralles, desbordante, nos encaró con un sorprendente “No, así no se juega”(**) para después, tras afirmar un “proyectar no es tan difícil”(***) dejar a la audiencia boquiabierta en el relato de su, por aquel entonces, experiencia japonesa en curso.
Me viene todo aquello a la memoria en un momento en el que tanto en el ámbito profesional como en el académico, en base a lo visto y oido recientemente en conversaciones personales con profesionales y profesorado de las metrópolis de Barcelona y Madrid, se detecta una discusión de fondo que podríamos titular… “Pero, ahora ¿cómo se juega?” o "¿Por qué se ha vuelto tan difícil proyectar y, mas aún, construir?" desde la perplejidad por la invasión de un automatismo general, justificado en el management, la calidad, el precio o la pedagogía, que convierte la evaluación -administrativa, formativa, crítica- en un “check list” generalizado y vacío, ajeno y agresivo para con los objetivos esenciales del oficio arquitectónico, de la arquitectura y de sus habitantes.
Por cierto, objetivos oportuna y magníficamente traídos al tiempo presente y glosados para propios y ajenos por Harquitectes en su artículo-manifiesto “Arquitectura recíproca” (****).
Enric no tenía dudas… se trataba, como defensa, de no dejar pasar ni al delantero ni a la pelota; se trataba, en su experiencia como arquitecto y en su trabajo en proyectos como el pabellón de meditación en Unazuki, de “alejarnos de lo inmediato, de lo obvio, de lo absolutamente cotidiano del trabajo que estamos realizando… siendo lo otro los peces que os he estado contando todo el rato”.
Félix Arranz
Arquitecto y editor de SCALAE
Ilustración: "4 peces frescos", foto de Turistas anónimos (*) Es posible revivir las disertaciones, entre otras muchas, de Quetglas, Wagensberg, Madrazo y Miralles en el seminario "Proyecto automático" en una publicación delirante: “Experimenta edición I, Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Zaragoza”, editorial Electa, con ISBN 84-88207-06-09 en la que la edición de las transcripciones de las conferencias fueron resueltas por alguien con buena intención pero… poco mas, con un resultado curioso, entre lo necesario, lo cómico y lo dramático. Un buen momento aquel y motivación para decidir no confiar en adelante en las marcas editoriales e iniciar un implicado y directo activismo editorial, sin intermediarios ni intermediación. Sin automatismos.
(**) Enric no desveló en ese momento de dónde salía la expresión. Gracias Moisés por desvelarlo y por descubrirnos el fondo de asuntos serios... y burlones.
(***) No era raro en los '90s encontrar en bibliotecas y estudios profesionales una colección de la editorial afha, orientada a la autoformación instrumental, titulada "Proyectar es fácil". A buen seguro Miralles bromeaba con esa referencia popular.
(****) Harquitectes Textos y conversaciones, Felipe de Ferrari (ed.), Puente editores, 2002, Barcelona, ISBN: 978-84-124287-4-2 |