El fotógrafo Anton Corbijn retrató para la portada de Lulú, grabado por Lou Reed en colaboración con el grupo de rock duro Metallica, una muñeca rota que podría encontrar su eco en el estado actual de las instalaciones del Tiro con Arco en Barcelona.
30 de octubre de 2012

[Jaume Prat] Lulú, disco realmente difícil de escuchar, recoge una serie de canciones que Lou Reed había compuesto previamente para la obra de teatro homónima, inspirada en la opera que Alban Berg dejó inacabada tras su muerte en 1935, a su vez inspirada en dos piezas teatrales escritas por Frank Wedekind a principios del siglo XX. Este conjunto de canciones se rearregló y regrabó con el acompañamiento del grupo de rock de género Metallica. Metallica, un quinteto americano que ha basado toda una carrera musical en canciones cacofónicas grabadas sobre bases rítmicas aceleradas sobre las que se suceden una serie de solos instrumentales con más técnica que matiz, es usado, en el disco, como un instrumento más, monolítico, compacto, a solaparse con el resto de instrumentistas de primera línea que configuran el reparto de músicos.

     El resultado final es oscuro, casi doloroso. Las críticas recibidas durante su año justo de existencia han sido atávicas, secundando un tono general que gravita por la línea fina que separa lo sublime de lo ridículo. El disco es una suma de sordideces: las propias biografías de Wilson, Reed, de los miembros de Metallica, solapadas con la de Berg (un discípulo de Schonberg perseguido por los nazis, catalogado de artista degenerado) y la de Wedekind, autor controvertido. Las letras, duras, complicadas, obscenas. La música, estridente, chirriante casi hasta el dolor de oído. Ecos de cabaret, de la obra de Berthold Bretch y Kurt Weill, del imperio austrohúngaro agonizante. Excesos: de ruido, de arreglos, de armonías, de longitud de canciones, de tensión: tono musical acorde con una historia que explora los rincones más oscuros del alma.

     Las instalaciones del Tiro con Arco de Barcelona se encuentran en un estado de decadencia alarmante. El 50% del proyecto (el correspondiente a las instalaciones de competición) no existe ya, derribado por razones oscuras basadas en una línea de metro que se podía desviar fácilmente en un contexto urbano de muchas decenas de metros sin un solo edificio. Los prefabricados de hormigón reposan todavía en el sitio, eco patético de lo existente. Se pueden apreciar fácilmente los pies de los pilares metálicos, todavía anclados a unos cimientos que no ha hecho falta remover. El otro 50%, las instalaciones de entrenamiento, están en pie, seriamente degradadas. Es imposible apreciar el proyecto en su totalidad al haberse partido en dos, arbitrariamente, y haber adosado una serie de casetas de obra a los muros de contención diseñados por los arquitectos. Los interiores tienen nuevas instalaciones, revestimientos arrancados y un bar con un diseño no controlado.

     Las instalaciones de tiro con arco, rotas, olvidadas, encuentran su eco sonoro en el disco de Lou Reed: rabia, frustración, sordidez y ese discurrir por la misma línea que nos enfrenta con lo más oscuro de la condición humana y que, quizá por eso mismo, magnifica su capacidad de emoción.

     El soporte físico de la música grabada no envejece. Las grabaciones son hijas de su época, y, desde ella, relacionada con lo que evoca, se proyecta directamente a quien la escucha, inscribiéndose sin mediación a lo más profundo de su cerebro. El soporte físico de las instalaciones del Tiro con Arco, siendo prácticamente nuevo, ha corrido otra suerte: su degradación nos habla de cuán desconectada está todavía la cultura arquitectónica del prestigio que, para la sociedad, tiene la cultura musical.  

País: España
Ciudad: Barcelona
Agentes: Lou Reed
Agentes: Metallica
Agentes: Enric Miralles y Carmen Pinos
Edificios: Tiro con Arco
Autoría de la imagen: Anton Corbijn, Jaume Prat
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