Pascal Comelade, músico rosellonés afincado en Ceret, y Josep Maria Jujol comparten, con menos distancia de la que parece, la pasión por desarrollar su obra a través de objetos cuotidianos y banales.
10 de julio de 2013

Pascal Comelade es uno de los músicos catalanes más importantes del momento. Catalán del norte afincado en Ceret, hijo de la cocinera medievalista más importante de Francia, discípulo de John Cage, cuenta con una de las discografías más sólidas de todo el panorama europeo: desde su primer disco, Détail Monochrome, editado en 1984, hasta la actualidad, es autor de casi cuarenta discos de estudio, decenas de bandas sonoras, música para ballet, teatro, y colaboraciones con el poeta Enric Casasses, con los músicos Albert Pla, Lluís Llach e, internacionalmente, PJ Jarvey o Robert Wyatt. Su obra chocará a los no iniciados: literalmente, hace música con cualquier cosa que suene; de instrumentos de juguete (o juguetes) a bolsas de supermercado, una aspiradora, pajitas afinadas con tijeras, martillos, guitarras viejas y casi cualquier material que se encuentre en un container, en un todo coherente que mezcla temas propios con obras ajenas, de Kurt Weill a Camarón de la Isla, de Ovidi Montllor a the Rolling Stones, la Velvet Underground o The Modern Lovers.

En 2009, el músico grabó el disco Friki Serenata con un puñado de músicos que había conocido poco antes en un homenaje a James Brown. Se trata de uno de sus trabajos más genuinos. El manejo de los instrumentos de juguete llega a unos extremos depuradísimos, y éstos se usan para producir sonidos inéditos que, de otro modo, no podrían producirse. Un buen ejemplo de ellos es el uso de guitarras de plástico compradas en jugueterías, pasadas por pedales de distorsión y tocadas, para poder ser mejor controladas (ya que los trastes de juguete son de una calidad pésima) con slide (un cilindro metálico que se desliza por las cuerdas sin que toque el mástil). El resultado mezcla lo grotesco con lo más refinado, jugando con la línea sutil que separa el riesgo del ridículo en pro de una expresividad máxima.

Josep Maria Jujol trabajó exactamente del mismo modo en su primera obra como arquitecto independiente, el Teatro Metropol de Tarragona, situado en la Rambla Nueva de la ciudad. El edificio se hizo con una combinación de estructuras completamente nuevas, incluso tipológicamente nuevas (como las bóvedas de los pasillos, sujetas con pletinas planas trabajando a tracción pura) y elementos reciclados de otros edificios, como la práctica totalidad de las carpinterías interiores, que son de segunda mano. Actualmente el teatro sigue incorporado a la vida cultural de la ciudad, restaurado con éxito, hará unos años, por el arquitecto Josep Llinàs, que, con gran dificultad, consiguió recuperar el teatro, que se había degradado en extremo después de sobrevivir un tiempo convertido en cine.

El modo de hacer de Jujol y el de Pascal Comelade son, cada uno en su propia disciplina, paralelos. Josep Llinàs, estudioso y amante de la obra del arquitecto, consiguió, a su vez, recuperar este método para dar una segunda vida a un edificio que es, simultáneamente, una obra contemporánea superpuesta a uno de los edificios más emocionantes existentes en Cataluña. 

Pascal Comelade tocando Europe Change Bad, una de las canciones de a Friki Serenata. Enric Casasses recita un poema de Sebastià Roure. 

 

el libro «…from Jaume Prat Ortells«, de la colección de ebooks de arquitetcura + arquitectos de scalae, publicado en Junio de 2013, contiene una versión revisada de este artículo.

País: España
Ciudad: Tarragona
Agentes: Josep Maria Jujol
Agentes: Josep Llinàs
Agentes: Pascal Comelade
Edificios: Teatro Metropol
Autoría de la imagen: Ayuntamiento de Tarragona, Liceo Francés