¿Qué sucede cuándo la frontera entre estrategia y estética arquitectónica se disipa?
30 de enero de 2014

[Zetas] Hoy en día, al dar un paseo por casi cualquier urbe española de tamaño medio, resulta relativamente sencillo toparse con espacios públicos -o semipúblicos- que son objeto de aquello que ha sido bautizado como urbanismo ciudadano. Solares, plazas o calles que dejando de lado el uso que se les asigna o presupone, sirven a iniciativas promovidas por organismos municipales, asociaciones vecinales y/o arquitectos. Simultáneamente, proliferan también aquellos foros que hacen hincapié sobre este tipo de temáticas, como las II Jornadas de Destrucción Creativa (#createdestruct) acontecidas el pasado mes de noviembre en Zaragoza, que reclamaban la presencia de agentes como estonoesunsolar, Zaramari o Zuloark con el objetivo de debatir acerca de estrategias, sistemas y procesos que a priori, parece refererise a un mismo planteamiento de ciudad. Sin embargo, la amplitud del epígrafe hace que se hayan asimilado a este ámbito proyectos tremendamente dispares entre sí, algunos de los cuales se encuentran años luz de aquello que se le solicita a un modelo de ciudad que habla de múltiples variables tangentes y secantes entre sí. Estrategias cuyo valor se cimenta principalmente en un correcto equilibrio de condicionantes políticos y sociales, no exclusivamente en una materialización o estética concretas.

En anteriores ocasiones hemos escrito en scalae acerca del madrileño Campo de Cebada, sin embargo viene a colación recuperar de nuevo las estrategias que han permitido desarrollar ésta iniciativa. Éstas, evidencian un sistema organizativo donde los vecinos son protagonistas y el arquitecto se convierte en el actor de reparto que estructura -entre otras cosas- las relaciones con los estamentos políticos. La regulación del nivel de implicación de cada uno de los agentes resulta capital en un proceso de este tipo, que si bien no nace de forma agresiva ni autista con respecto a la administración, modera el papel de la misma haciéndola cómplice necesaria de este lugar, pero evitando que mediante una hipotética dependencia económica u otros mecanismos, el espacio y sus usos pierdan de vista lo pretendido. En La Cebada, los elementos construidos que conforman e implementan los espacios, tratan de vehicular una estrategia de interacción o participación. La sencillez en materiales y procesos empleados no responde a la búsqueda de una estética underground, sino que abre las puertas a la implicación de los propios vecinos y usuarios en la materialización de este espacio ciudadano. Es decir, se aporta valor didáctico a la ejecución de determinadas piezas y se disponen resortes que redunden a corto, medio y largo plazo en la protección y respeto de este espacio por parte de sus usuarios, enmpresa realmente meritoria en la actualidad. El de La Cebada no es un modelo sin fisuras, ya que requiere de intensas labores de mantenimiento en todos los ámbitos, y propicia un continuo surgimiento de conflictos. Sin embargo, no trata de disfrazar la relación tradicional en la que el arquitecto provee al ciudadano de un producto financiado por el erario público, sino que establece un cambio de orden en esa encorsetada jerarquía.

Por ello, dotar de un envoltorio cool a costosas propuestas de dudosa necesidad, hace mella sobre lo que realmente se espera de proyectos ciudadanos responsables y reales donde la arquitectura juega su papel. La aceptación y el éxito logrados por planes vecinales como este proyecto u otros, han supuesto cierto efecto llamada -por todo el territorio nacional- para que iniciativas de carácter exclusivamente económico y/o político se suban al carro del urbanismo ciudadano, dejando a su paso desembolsos económicos de dudosa eficacia e incluso la presentación de meros mecanismos electorales como valiosas aportaciones sociales o arquitectónicas. Debido a este reciente fenómeno, resulta difícil dilucidar cuál es la diferencia entre la España de contenedores sin contenido de la que tanto abominamos hoy en día, y estrategias actuales que aspiran a ser aquello que precisamente nunca serán, frivolizando el trabajo de los que con mayor o menor éxito si que aspiran a un cambio de paradigma en nuestras ciudades.

País: España
Ciudad: Madrid
Ciudad: Zaragoza
Agentes: Zuloark
Agentes: Zaramari
Agentes: Grávalos & Di Monte
Edificios: Campo de la Cebada
Edificios: estonoesunsolar